El guardián español de Zuckerberg: así es Javier Oliván, la pieza clave de Facebook

  • El directivo aragonés gana aún más peso en la cúpula del gigante, casi 11 años después de llegar para liderar con éxito su crecimiento internacional.
Javier Oliván junto a Zuckerberg
Javier Oliván junto a Zuckerberg
Facebook

Javier Oliván (Huesca, 1977) estudiaba en la Universidad de Standford. Quedó impresionado de una red social, desconocida fuera del mundo académico, llamada Facebook. Era el año 2006 y el hoy gigante tecnológico tenía apenas 12 millones de usuarios. Con otros dos compañeros españoles del MBA que cursaba decidieron impulsar algo parecido en español: Nosuni. Fue un fracaso.

A finales de 2007 se dieron cuenta de que luchar contra la compañía creada por Zuckerberg (y contra su homólogo español, Tuenti) parecía una locura. Era el principio de la meteórica carrera del español que más alto ha llegado en Silicon Valley. Hoy ese joven estudiante es uno de los miembros destacados de la guardia pretoriana de Zuckerberg. Fiel hasta en los momentos más duros, tras los escándalos por la gestión de la privacidad de sus usuarios, se consolida como el vicepresidente con más poder. Y desde esta semana tiene aún más tareas. Deberá coordinar otro movimiento polémico de la compañía: unificar las 'apps' de mensajería. Un movimiento que ha acarreado la salida de dos ejecutivos importantes por discrepancias serias con el CEO.

Los orígenes con su primer fracaso

Oliván nació en un pueblo de Huesca, Sabiñánigo. "En una familia humilde... es un tipo muy normal, muy sencillo", explica una emprendedora que lo conoce bien. Estudió Ingeniería Electrónica en la Universidad de Navarra. Obtuvo nota Cum Laude y recibió el primer y segundo premio a la excelencia académica. Tras un breve paso por Siemens, trabajó en el departamento de I+D del gigante japonés NTT Data dentro del proyecto de cooperación UE-Japón. Volvió al fabricante alemán para dos años después iniciar su MBA.

En las clases de Standford, donde acudió con una beca de la Fundación Rafael del Pino, conoció a Zuckerberg, según relató el mismo en una reciente charla con Bernardo Hernández, otro español que se codeó en la cúpula de compañías de Silicon Valley como Google o Yahoo. "Haber empezado una red social me dio una claridad absoluta; le dije que por qué no estaban haciendo esto y lo otro... que tenía que internacionalizar la plataforma y traducirla a todos los idiomas", explicaba. Esa fue su puerta de acceso. Unos meses después, a finales de 2007, estaba trabajando en una compañía que tenía medio centenar de empleados. Y él era el único extranjero.

Su primer gran acierto: las traducciones de Facebook

Era el guiri del equipo. Sabía varios idiomas (japonés, inglés, alemán, español y francés). Se trataba del perfil idóneo para indagar la posible expansión internacional de la red social. Su primera gran decisión resultó ser su primer gran acierto en la compañía: había que permitir que la comunidad llevara a cabo las traducciones para las versiones locales de la plataforma. Lograba un doble objetivo: lo hacía escalable a un coste muy bajo y generaba una vinculación personal con la marca. Junto con un reducido equipo de ingenieros crearon una herramienta para hacer ese trabajo colaborativo. Y no fue nada fácil.

El sitio web de Facebook tenía 300.000 palabras, sin contar con el contenido publicado por los usuarios. "Nadie lo había hecho a la escala que lo estábamos haciendo nosotros", explicaba a The New York Times en 2010. "Es un mapeo del mundo real", apuntaba el directivo español, que en aquel entonces estaba al frente de un equipo de una docena de trabajadores. Este movimiento, según precisan varias fuentes consultadas, permitió escalar la plataforma rápido y barato (la web española, que se lanzó en marzo de 2008, se construyó en muy poco tiempo, siendo la primera de muchas). Pero fue una estrategia que no estuvo exenta de críticas. Sobre todo por la calidad de esas traducciones y por el hecho de que fueran gratuitas. 

Oliván convenció a Zuckerberg de la importancia de internacionalizar. Ahí empezó a tener predicamento ante el fundador de la red social. En 2009 lo llevó de la mano por los principales mercados europeos, incluida España (en la Universidad de Pamplona), para tratar de promocionar el producto sobre todo entre los más jóvenes. Y tuvo resultado: 2008 se cerró con 145 millones de usuarios activos al mes, más del doble de un año antes. Dos años después se multiplicó por más de cuatro, con los países de fuera de Estados Unidos como claves.

La segunda decisión: móvil, móvil, móvil

El español iba ganando peso. Los resultados de sus acciones eran muy buenos y le valieron la promoción definitiva en 2011: se convirtió en vicepresidente responsable de Expansión, tras la salida del que era su jefe, Chamath Palihapitiya. Seguía teniendo un reto enorme: aprovechar los países en vías de desarrollo para crecer, con los mercados principales de Europa y América ya en cierto grado de maduración. Pero entendió rápido que la única manera de que los usuarios de estos mercados accedieran era el móvil. Se dieron cuenta que decenas de millones de personas de esos territorios querían probar la red social pero no tenían acceso a un ordenador -hasta 2011 sólo se podía acceder a través de la versión escritorio- ni pagar por un iPhone o por un plan de datos en el móvil.

Oliván tomó varias decisiones. Por un lado, llevar a cabo una versión más rápida de Facebook. Para ello adquirió por 70 millones de dólares Snaptu, una firma israelí que había comenzado a ofrecer versiones livianas de la red social en móviles menos avanzados. Así nacía Facebook Lite. Por otro lado, llegó a acuerdos con fabricantes de estos dispositivos, como Nokia, y con operadoras de telecomunicaciones de todo el mundo para que ofrecieran esa plataforma sencilla en sus dispositivos de manera gratuita. Cerró el círculo con otra decisión para escalar: comprar Octazen, la compañía con sede en Malasia que desarrollaba un producto para incorporar nuevos usuarios a través de los contactos del móvil. Había que extender la mancha y aprovecharse del 'efecto red'.

Mientras todo esto sucedía, Oliván miraba de reojo a la bolsa. En mayo de 2012, la compañía se estrenaba en el Nasdaq estadounidense. Y fue un hito personal para él. La razón: su trabajo en Facebook le había permitido acumular miles de acciones. Sacó un millonario rédito de la OPV. Después se ha convertido en uno de los directivos mejor pagados de la compañía, cargo que compatibiliza con su puesto en el consejo de la empresa Mercadolibre, donde cuenta con unos emolumentos anuales de más de 200.000 dólares.

Analítico y "muy visionario"

Con todo este trabajo, Oliván ganó autoridad dentro de la compañía. Su poder iba creciendo. Por sus manos pasaba buena parte de las armas que iban desplegándose y que podían tener potencial de crecimiento. Su división, como relataba la revista especializada Wired, era una especie de 'escuadrón' de operaciones especiales que se ponía al mando cuando una función podía tener 'tirón'. Históricamente, la mayoría de equipos en Facebook han acabado reportando directamente al español.

Varios directivos y emprendedores que lo conocen lo describen como una persona sencilla, sin grandes estridencias y con una forma de dirigir menos agresiva de lo que cabría esperar. Bernardo Hernández asegura que es un directivo analítico, que tiene una especial habilidad para descubrir rápido los problemas que resolver. Coincide con el propio Zuckerberg, quien, en la nota donde anunció los últimos cambios, con los que Oliván gana aún más poder, lo describió como "un líder increíblemente reflexivo, estratégico y analítico".

En este tiempo se ha tenido que adaptar al enorme crecimiento de Facebook y ha pasado de tener un pequeño equipo de 12 personas a tener a su cargo a miles de ellas. Y su apuesta es por tener a los mejores. "Uno contrata a gente inteligente no para decirles lo que tienen que hacer, sino para que te digan lo que tienes que hacer", admitía ante el propio Hernández en aquella charla del pasado año, donde insistía en que hoy "trabajaría para cualquiera de las personas de mi equipo, pues son auténticos expertos en su campo".

Leal a Zuckerberg, hasta en los peores momentos

Al margen de su equipo, Oliván se ha caracterizado por ser alguien muy cercano a Zuckerberg. Por convertirse en parte de su 'guardia pretoriana', en la que ha habido varias bajas en los últimos años. Ha sido fiel al creador de Facebook hasta en los peores momentos, con duras críticas por la gestión de la privacidad en la plataforma. Prueba de esa fidelidad es una anécdota relacionada con Whatsapp. Uno de los cofundadores de la aplicación de mensajería concedió una entrevista a la revista Forbes en la que criticó duramente la gestión del CEO de la red social tras la compra por casi 22.000 millones de dólares. El responsable de los productos de mensajería, David Marcus, salió en defensa del máximo directivo en un post publicado en Facebook. Oliván fue, junto al jefe de inteligencia artificial, uno de los pocos altos directivos que respaldó con un 'Me gusta' esa publicación.

En 2018, en pleno huracán por el caso Cambridge Analytica, hubo una nueva reestructuración del equipo directivo... y Oliván ganó más peso. Y esta semana, ha habido nuevas salidas, que le hacen concentrar aún más poder. Así lo confirmaba Zuckerberg en la nota oficial, donde llamaba al español como 'Javi'. "Javi ha sido responsable de todos los servicios centrales de productos que funcionan en todas nuestras aplicaciones, incluida la seguridad e integridad, análisis, crecimiento y anuncios; ahora deberá identificar dónde deberían estar más integradas nuestras aplicaciones", apuntó el máximo directivo.

Su gran reto no sólo es esa integración de las aplicaciones, sino también hacer que internet esté disponible para los 2.000 millones de personas que viven sin la red, según las estimaciones. ¿Cómo? Con su proyecto Internet.org. Con Telefónica ya ha cerrado un pacto para poner en marcha operadores en zonas remotas de Latinoamérica.

Con todo, Oliván, casado con una mujer alemana y con dos hijos, se mantendrá como el español que más lejos llegó en Silicon Valley, como reconocía Bernardo Hernández. Y disfrutando de una de sus grandes pasiones, el surf, que le llevó a celebrar su 40º cumpleaños en Indonesia para disfrutar de las olas. Aquel joven oscense que le dijo a Zuckerberg lo que tenía que hacer para hacer global su red social, seguirá ejerciendo, de manera discreta y alejado de los grandes focos, como el 'chamán' del crecimiento de un gigante con sus luces y sus sombras.

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