Imágenes de prensa que buscan impactar invaden muros de Bogotá

La red de fotoperiodistas Dysturb, surgida en Francia e integrada por profesionales de varios países, llegó esta semana a Bogotá, invadiendo por primera vez los muros de una ciudad latinoamericana con imágenes que buscan impactar.

Fotografías a escala mural como la de la estadounidense Sarah Blesener, que muestra a varios niños rusos arrastrándose sobre el pasto empuñando pistolas durante su participación en un campamento de historia militar, fueron colocadas en puntos muy transitados de la capital colombiana por este colectivo, que apuesta a interpelar al transeúnte.

"Lo que hacemos es poner las fotos en las calles de todo el mundo", explicó a la AFP Benjamin Petit, fotógrafo francés miembro de Dysturb, que a cada país que va lleva acontecimientos internacionales de otros lugares.

"No exponemos algo que está pasando en Colombia, sino que mas bien tratamos de pensar en lo que está pasando aquí en Colombia y en cómo podemos ilustrar esos asuntos con una imagen internacional", agregó.

La periodista francesa Laurence Cornet, también miembro de Dysturb, destacó los temas que se busca tocar.

"Hablamos de conflicto, hablamos de derechos humanos, hablamos de cambio climático y todas las cosas ambientales. Y hablamos de lo humano, del aspecto social", dijo.

En Colombia, país afectado por un conflicto armado de más de medio siglo y donde el gobierno de Juan Manuel Santos busca acabar con la confrontación a través de procesos de diálogo con las dos guerrillas aún activas, el colectivo también quiere "visitar escuelas" para exponer sus imágenes y hablar sobre "la paz y la reconciliación", contó Cornet.

"Creo que las imágenes son importantes en el conflicto y también en el proceso de paz", afirmó.

En las calles de Bogotá, gracias a un convenio con la Universidad Nacional de Colombia, Dysturb ha colocado nueve fotografías tomadas en Rusia, Ecuador o Brasil.

Una imagen del fotógrafo brasileño Joao Pina una detención de dos presuntos traficantes de drogas en Rio de Janeiro, instalada en La Candelaria, barrio colonial de la capital colombiana, ya fue intervenida por el público y presenta una rotura.

Para Cornet, sin embargo, esto no es un acto vandálico, sino una prueba de que se ha cumplido el efecto que busca Dysturb: el mensaje llegó a la gente, apuntó.

Como siguiente paso, Dysturb quiere desembarcar con su proyecto -que ya han llevado a Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo- en más ciudades de América Latina, aunque aún no define su próximo destino.

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