Cinco orejas, dos simbólicas y un indulto en la última de Mérida

  • Santiago Morales

Santiago Morales

Mérida (Venezuela).- El matador de toros venezolano César Vanegas cortó dos orejas y su compatriota Eduardo Valenzuela otras dos simbólicas al indultar tras insistente petición del público al toro "Bombón", número 66, de Campo Pequeño, en la sexta y última corrida de la Feria de Mérida, en Venezuela.

El español Iker Cobo cortó otra merecida oreja y el venezolano Alexander Guillén se fue de vacío, en la última corrida de la Feria del Sol, en la que se lidiaron ocho toros venezolanos, el primero de La Cruz de Hierro y los siete restantes de Campo Pequeño.

Los astados fueron bien presentados, inmaculados de pitones y bravos, que cumplieron en los tres tercios y fueron aplaudidos en el arrastre.

La corrida duró tres horas bajo un fuerte temporal de agua, viento, frío y niebla.

La plaza registró algo más de un tercio, unos 6.000 espectadores, que aguantaron estoicos en los tendidos.

Vanegas, aplausos y dos orejas.

Valenzuela, vuelta y dos orejas, simbólicas.

Guillén, ovación y aviso.

Cobo, ovación y oreja con petición de otra.

Al terminar la corrida, Vanegas y Valenzuela fueron sacados a hombros.

Abrió plaza Vanegas con el de la Cruz de Hierro, al que lanceó y puso en el caballo con solvencia, lo banderilleó fácil y realizó aseada faena a un toro con poca transmisión, faena de aliño con la muleta y lo liquidó de pinchazo y estocada.

Con su segundo, un toro cuajado de francas embestidas que aprovechó con la capa y en banderillas, hizo la faena por ambos pitones con el peligro añadido del tiempo y el ruedo de la plaza. Lo mató de estocada por arriba y rodó sin puntilla. Fue premiado con dos orejas.

Valenzuela lució toreando a la verónica y en quite por chicuelinas. Comenzó el trasteo de muleta en las tablas hilvanando pases de mérito acompañado con la música. Mató de estocada.

Con "Bombón" arreció el aguacero pero las ganas del torero, descalzo, y la raza del toro embistiendo largo y con fijeza, permitieron ligarle en los medios series de naturales, derechazos y adorno con el público aplaudiéndolo y jaleándolo. Todos pidieron el indulto que la presidencia concedió. Fue premiado con las dos orejas, simbólicas.

Guillén estuvo valiente con la capa en un toro astifino y complicado. Lo toreó con arte y decisión y lo mató de media estocada y descabello, siendo ovacionado.

Con su segundo se la jugó toreando con entrega desde el comienzo del trasteo a un toro que se comía con fiereza la muleta y el espada aguantando y llevándolo pese a las inclemencias del tiempo. El público pidió el indulto pero el torero montó la espada y lo mató con dificultad.

Con larga cambiada de rodillas y verónicas saludó el donostiarra Iker Cobo al toro de su debut en esta plaza, un ejemplar engatillado de cuerna que recibió dos puyazos y tres pares de banderillas.

Con toreros doblones lo sacó al centro de la arena para realizar con arrojo largas series con la diestra rematadas con torería, una tanda de naturales hizo que sonara el pasodoble, siguió toreando en redondos y circulares, con todo el público entregado. Mató de estocada perdiendo las orejas por el descabello.

Nadie pensaba que iba a llegar la corrida hasta el octavo toro, un astifino al que recibió con ocho verónicas y airosa revolera jaleadas por el público.

Con las dos rodillas en tierra, comenzó la faena de muleta para seguir al natural al compás de la música, rematadas con forzado de pecho, molinetes y trincherillas.

Pidieron el indulto y Cobo siguió toreando con una muleta empapada de agua que llevaba prendida al astifino toro; se adornó con molinete, giraldillas y manoletinas, antes de matarlo de pinchazo y estocada, una oreja fue poco premio para tanta entrega. EFE

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