Reabre la simbólica mezquita de Banja Luka, dinamitada durante la guerra

Reuters/EP

Veinte años después del fin de la guerra, Bosnia sigue dividida en tres miniestados, pero poco a poco se imponen gestos de reconciliación como la reconstrucción de esta hisórica mezquita otomana situada en la capital de la república serbia de Bosnia.

La ceremonia de reapertura está controlada por importantes medidas de seguridad y a ella está previsto que acudan personalidades como el primer ministro saliente, Ahmet Davutoglu. Turquía contribuyó económicamente para la reconstrucción.

Unos mil policías patrullan las calles, vigilando la llegada de decenas de autobuses con musulmanes de todo el país. Se ha prohibido el tráfico en el centro de la ciudad y tampoco está permitido el consumo de alcohol.

MEZQUITA DEL SIGLO XVI

La mezquita data del siglo XVI y está reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Sin embargo, tras su voladura en 1993 se construyó un aparcamiento en un gesto criticado por ser considerado un intento de borrar el pasado musulmán del país.

En 2001, cuando se celebró la colocación de la primera piedra de los cimientos de la nueva mezquita, un grupo de nacionalistas serbios atacó a los asistentes, incluidos dignatarios, y en los disturbios murió un musulmán y decenas de personas más resultaron heridas.

Antes habían pasado 15 años para lograr los permisos necesarios y el dinero para la construcción, en la que se han utilizado miles de cascotes del edificio antiguo tras ser rescatados del río Vrbas, donde fueron vertidos.

El día de su voladura, el 7 de mayo, es ahora el Día de las Mezquitas en Bosnia. Durante la guerra (1992-95) fueron destruidos hasta 614 templos musulmanes. En Banja Luka quedan apenas el 10 por ciento de la población musulmana y croata registrada antes de la guerra tras la limpieza étnica perpetrada por los serbios.

ALEGRÍA ENTRE LA POBLACIÓN MUSULMANA

"Estoy muy contenta", ha afirmado una musulmana de 64 años de Banja Luka, Ajsa Nezirovic. "Sé que nunca será lo mismo, pero esto permitirá al menos que algunas personas se sientan bienvenidas en la ciudad", ha argumentado.

"Solo quiero que la inauguración transcurra de forma pacífica, sin incidentes, ya que aún hay mucha tensión", ha apuntado una serbia, Tatjana Kecman, también residente en la ciudad.

Para otras personas la reconstrucción no resuelve los verdaderos problemas. "La mezquita se ha reconstruido, pero nuestros hijos no tienen trabajo y las pensiones son muy bajas. Estábamos mucho mejor antes", ha apuntado Gejhila, de 58 años, quien se quedó en Banja Luka durante la guerra.

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