'Operación Gaviota'

Así operaba la banda de tráfico de armas más sofisticada: un exsoldado era el líder

  • Usaban datos falsificados de las Fuerzas Armadas para adquirir armas de última generación y venderlas al triple de su precio en el mercado negro.
Armas incautadas en la operación 'Gaviota'
Armas incautadas en la operación 'Gaviota'
Guardia Civil

Fue soldado hasta que en el años 2017 el Ejército del Aire no le renovó el contrato. Por sus manos pasó una información que habría podido utilizar para, tiempo después, convertirse en el cabecilla de una de las bandas de tráfico de armas más sofisticadas del momento. Las compraban en armerías de Madrid y luego se vendían en el mercado negro al triple de su precio original junto con munición como 'oferta' para los compradores. Tras meses de investigación la Guardia Civil ha desarticulado esta banda y evitado que esas armas de última generación acaben en manos de delincuentes y bandas organizadas dedicadas al narcotráfico en el país. Su modus operandi no dejaba nada al azar y mientras falsificaban documentos del Ejército de Aire, buscaban tiradores deportivos para comprarles su munición. "La legislación para la compra de armas de fuego es muy restrictiva y los delincuentes van ingeniándoselas para burlarlas", desvelan fuentes de la investigación a La Información.  Así ha sido la 'operación Gaviota'.

La Guardia Civil ha detenido a cinco personas en una operación que empezó el pasado mes de octubre, cuando desde en el Ejército de Aire se percatan de la existencia de una compra de armas de uso personal de varios militares a los que se les preguntan y aseguran no saber nada al respecto. Diez registros después en las provincias de Madrid, Burgos y Barcelona se han intervenido 21 armas de fuego (la mayoría cortas como revólveres y pistolas) y rifles versiones civiles de fusiles de asalto militares. La Guardia Civil destaca la peligrosidad de alguna de esas armas como es el caso de un rifle táctico dotado de puntero láser, linterna, bípode y numerosos cargadores de alta capacidad, alguno de ellos de hasta 50 cartuchos, lo que unido a su calibre le proporcionaba una elevada potencia de tiro y letalidad. 

Todo empezaba con este exmilitar al que el Ejército decidió no seguir contando con sus servicios y su plan perfecto. Él era el que hacía las compras, muchas de ellas en una armería de Madrid. Vestido como capitán del Ejército del Aire y enseñando una insignia falsificada "se hacía pasar por un oficial que necesitaba hacer una compra en nombre de otros militares". Así encargaba las armas último modelo del mercado sin problema porque en todo momento adjuntaba la documentación requerida para dichas adquisiciones. Ante la compra de cualquier arma de fuego en España es necesario tener una licencia de arma en vigor-en España pueden rondar los 3,5 millones y la mayoría son para la caza- y además cada arma deberá tener asignada una guía de pertenencia. Sin ella la armería no puede entregar el arma. 

En el caso del ejército" solo los suboficiales y oficiales podrán comprarse un arma privada" y su tarjeta de identificación profesional ya sirve como licencia de arma. Precisamente esos datos son los que tenía en su poder el cabecilla de esta banda ya desarticulada. Falsificando esas identificaciones ponía en marcha la adquisición de las armas. Cuando se solicitaba la guía de pertenencia tampoco había problema porque en principio eran para unos militares que nada sabían de lo que se estaba comprando en su nombre. Cuando el Ejército del Aire empieza a archivar en el expediente de cada uno esas compras es cuando comprueban que alguien está actuando en su nombre.

Las armas en las que siempre se interesaba son versiones civiles de fusiles de asalto de estética militar y "la única diferencia con un arma de guerra es que no pueden disparar a ráfagas, pero las características y  calibres eran muy similares para luego manipular y que pueda disparar esas ráfagas", puntualiza el investigador, para lo que el número de cargadores que "debía poner a la venta tenía que ser también de alta capacidad (50 cartuchos)". Estos cargadores se pueden llegar a vender de forma legal para la caza mayor, pero nadie los compra porque el número de cartuchos que se pueden utilizar también están delimitados.

Pero esto tampoco era un impedimento para que este exmilitar, que involucraba a terceras personas para conseguir toda la munición necesaria. Es aquí donde se fija en los profesionales de tiro olímpico, que entrenan mucho y tienen autorización para comprar mucha munición. Utilizando sus dotes de embaucador logró engañar a estos tiradores deportivos diciéndoles que estaba comprando munición para militares y eran ellos mismos los que adquirían munición de forma legal con cargo a su cupo para luego revendérsela. De esta forma esta banda lograba poner en el mercado negro "un pack inigualable por ser siempre armas nuevas de última generación junto a munición necesaria".

Cuando se pone en marcha la operación 'Gaviota' resulta muy difícil seguirles por las fuertes medidas de seguridad que toman. Tanto que en una ocasión uno de los vigilados "se da la vuelta con la moto en la que iba para preguntar a uno de nuestros agentes si le estaba siguiendo". En sus conversiones telefónicas nunca se referían a ninguno de sus movimientos y llegan a comunicarse con hasta 20 móviles de usar y tirar. Cuando fueron detenidos poco pudieron ocultar y se pudo comprobar cómo conseguían blanquear el dinero comprando propiedades, "hasta cinco pisos en Madrid" incompatibles con su situación laboral ya que uno de los detenidos estaría en el paro y otro regentaba un bar muy poco frecuentado. Otra de la fórmula utilizada para lavar el dinero consistía en solicitar varios préstamos a distintas entidades bancarias e ir pagando las cuotas con ese dinero. En algún caso llegaban a amortizar todo de una sola vez y en un periodo muy corto de plazo. 

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