Bolivia desciende como en un tobogán sin frenos en el premundial

Envuelta en malos resultados, la selección boliviana de fútbol desciende en la clasificatoria sudamericana para el Mundial de Rusia-2018 como en un tobogán sin frenos y con un director técnico protagonista de polémicas actitudes y declaraciones.

Al cabo de la sexta fecha, el balance no es nada halagueño: penúltima posición, por encima de Venezuela, con tres puntos en seis partidos.

El dolor que le embarga es mayor aún, cuando perdió dos partidos de local: ante Uruguay (2-0) en octubre de 2015 y Colombia (3-2) la semana pasada.

Además, cayó ante Ecuador en Quito 2-0, venció a Venezuela en La Paz 4-2 y sufrió otra caída en Asunción ante Paraguay 2-1.

El martes perdió 2-0 en Córdoba ante la local Argentina, con el esmirriado consuelo de que la albiceleste no le pasó por encima, pues incluso el mismo timonel Julio César Baldivieso había reconocido, antes del partido, una probable goleada.

"Nunca ofrecí llegar a Rusia, nunca, simplemente (ofrecí) trabajo", señaló el conductor del equipo boliviano, tras la derrota ante el equipo de la rutilante estrella Lionel Messi.

El DT pareció abrir el paraguas ante un eventual temporal que podría desatarse, ante los malos resultados y las voces de algunos dirigentes que piden su destitución: "un proceso de cinco partidos no existe, un proceso es a largo plazo, dijimos que habíamos de trabajar", acotó.

El técnico asumió en medio de la peor crisis de la cúpula del fútbol boliviano, pues a mediados de 2015 fue detenido su presidente y entonces tesorero de la Conmebol, Carlos Chávez, por una investigación de la fiscalía local, por cargos de corrupción.

Asimismo, el entonces técnico Mauricio Soria había dimitido y la urgencia era designar un nuevo adiestrador, ante la cercanía del inicio de la eliminatoria sudamericana para Rusia-2018.

Empero, desde el principio, la presencia del nuevo técnico no ha estado exenta de la polémica.

Criticó el desempeño de los jugadores durante un amistoso en Estados Unidos ante Argentina en septiembre pasado con goleada 7-0, lo que provocó que los jugadores cuestionaran que se haya roto un código futbolístico: no pueden ventilarse públicamente las críticas y reproches en el camarín.

La crisis estalló entonces con la decisión de los históricos, el delantero Marcelo Martins Moreno y el defensa Ronald Raldes, de no acudir al seleccionado, molestos con Baldivieso. Otros jugadores amenazaron con imitar esas dimisiones, si el timonel no cambiaba de actitud.

El clima no pasó por alto entre dirigentes, como el presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), Rolando López, quien pidió públicamente al adiestrador "trabajar más y hablar menos".

Tras la caída ante Colombia, otro dirigente de la FBF, Wálter Torrico, disparó: "Ha llegado la hora de que Baldivieso sea honesto con él mismo y que tome una determinación de no seguir dañando al fútbol boliviano".

Bolivia tiene en carpeta, antes del reinicio de los próximos partidos por la eliminatoria ante Perú de local, su participación en la próxima Copa Centenario en Estados Unidos, a medio año, torneo que no desata mayores pasiones en la hinchada local.

La directiva del fútbol boliviano evaluará qué hacer con el técnico, como anticipó días atrás su presidente López.

Pero uno es el problema del técnico y otro de cómo juega la selección, que parece haber tocado techo, sin la posibilidad de rendir más y con escasas posibilidades para reflotar el añejo sueño de volver a mundial de fútbol, como lo hiciera en 1994, de la mano del español Xabier Azkargorta.

La 'verde' carece de un claro líder en la cancha y de un esquema de juego definido: como local se desempeña como puede, con pura presión desde el principio y disparos al arco de corta y larga distancias, para aprovechar la altura de La Paz (3.600 msnm), y en sus visitas se defiende con lo que tiene.

El mismo Baldivieso reconoció en Argentina que no tiene jugadores de jerarquía. Así va Bolivia.

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