El Barça arrebata al Madrid la Copa en su propia casa y alza su título más dulce

  • El equipo blanco pareció romper la final en el tercer cuarto pero el Barça remontó en el cuarto y todo se decidió en una prórroga de locos.
Heurtel
Heurtel
Efe

El Barça Lassa es, por segundo año consecutivo, campeón de la Copa del Rey en una final que tuvo de todo: prórroga ajustada, polémica por jugadas que parecían claras (pero que se decantaron por el lado opuesto, una para cada bando, en decisiones imposibles de entender) y un ojo de halcón que, a falta de un segundo del final del tiempo añadido, decidió la victoria para los azulgranas. Una vez más, se cumplió la maldición del anfitrión (desde 2002 en Vitoria, el casero no gana) y los azulgranas se alzan con su título más dulce: en casa de su mayor rival y con una final de locos y varios infartos consecutivos. 

La final tardó en romper pero, cuando lo hizo, fue a lo grande: el Real Madrid parecía destrozar la final del WiZink Center en el tercer cuarto. En el primero y el segundo, blancos y azulgranas se repartieron los parciales, con los visitantes arriba al final del cuarto inicial y los locales devolviendo los cuatro puntos de ventaja al descanso. Empate a 35 de camino a los vestuarios y un tanteo demasiado bajo para el gusto de los de Pablo Laso, los más anotadores de la liga regular. 

De vuelta de los vestuarios empezó la carrera blanca hacia lo que parecía una victoria segura. La carrera y el bombardeo desde la línea de triples. El Barcelona lo fallaba todo, de cerca y de lejos, y veía cómo a su rival empezaba a entrarle de todo. El saldo: un 25 a 11 de parcial que dejaba a los de Pesic con el reto mayúsculo de remontar 14 puntos en los últimos diez minutos. 

Y empezaron por la buena senda, demostrando que en el baloncesto las remontadas vuelan en rachas indomables. Nada más arrancar, y con apenas cuatro minutos jugados, cuatro triples consecutivos del Barcelona rebajaban la renta y se complementaban con varias acciones de Heurtel hasta poner un parcial de 0 a 17 que le daba ventaja de nuevo a su equipo. El que lo fallaba todo en la réplica eran los blancos, como si se hubieran cambiado las camisetas en el tiempo muerto entre el tercer y el cuarto parcial. A falta de cinco minutos, empate a 63 y vuelta a empezar en la final. 

Fue el momento de la tensión y, como siempre sucede en estos casos, regresó el tanteo corto y las jugadas entrecortadas. Con el final del tiempo a la vista, tocaban los brazos encogidos y las jugadas con aspecto de decisivas en cada ataque al aro contrario.  Un ejemplo: el francés Heurtel, que había liderado la remontada, falló un tiro libre y, a la jugada siguiente, Sergio Llull volvió a levantar a la parroquia madrileña con un triple marca de la casa. Tiempo muerto y cuatro minutos por delante. 

De vuelta, Kuric contestó al triple blanco con su propia moneda y Heurtel, de nuevo Heurtel (elegido al final MVP) entró hasta la cocina para poner al Barça por delante una vez más (70-71) y, tras fallar el Madrid un nuevo ataque, anotar otro triple para ampliar la ventaja a cuatro puntos tras el enésimo parcial demoledor en un partido clave: ocho a cero de los azulgranas.

Dos minutos y llega el momento de las posesiones largas. Campazzo falla un tiro libre y Heurtel comete falta en ataque que, de respuesta, es castigada con una 'bombita' del propio base argentino. Claver recibe falta bajo el aro blanco y anota sus dos tiros: tres de ventaja con solo 75 segundos hasta la bocina definitiva. A falta de solo cinco de todo ese mundo (al menos, en baloncesto), Campazzo recibe falta mientras lanza un triple y acierta dos de los tres lanzamientos desde la línea de tiros libre. La falta rápida tras rebote la recibe Claver, que a su vez solo anota uno de los dos. Posesión final para el Madrid, con tiempo muerto de por medio, y una sola jugada para que Llull agrande su leyenda y en uno de esos bailes tan suyos renuncie al triple y prefiera asegurar la canasta de dos que llevaba el partido a la prórroga. 

De vuelta a cinco minutos para el desenlace, con la estrella azulgrana todavía en el banquillo (Heurtel se sentó a falta de dos minutos del tiempo reglamentario) y Claver poniéndose los galones visitantes en su ausencia. Por los blancos, la batuta pasaba en la concepción y en la ejecución por Facundo Campazzo: cuatro puntos para mantener un empate técnico constante: un punto arriba uno u otro o igualada en función del ataque y los fallos de ambos desde el tiro libre. Ya en el último minuto, el ex madridista Ante Tomic machacaba para volver a llevar a los azulgranas tres puntos arriba. Otro tiempo muerto decisivo y el Madrid que se enreda y Campazzo se ve obligado a un triple forzado... que falla.

20 segundos (estos sí, los últimos) y el Barça amplía a cinco puntos la distancia. Un abismo ya imposible. O no. A un partido en el que no había faltado de nada, solo quedaba hueco para la polémica. El Madrid recortó primero con un triple de mandarina de Randolph y el Barcelona falla a su vez. A la siguiente jugada, el Barcelona recoge el rebote y lanza un contragolpe en el que Singleton parece recibir una falta clara bajo el mismo aro. Pero no: sigue el juego y Carroll se lanza a por la canasta, recibe falta, anota el adicional y pone al Madrid uno arriba a falta de cuatro segundos. Los jugadores visitantes, indignados y estupefactos, sacan desde el centro del campo y Tomic se estrella contra Randolph en lo que parece un tapón del blanco. Solo lo parece: los árbitros revisan la jugada en el monitor y dan la canasta. Queda un segundo y se acaba todo. Ahora sí: El Barça, de nuevo campeón de Copa. Su título 25.  

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