Ribera activa el apagón nuclear sin tener ATC y con un plan de residuos caducado

  • Los problemas para construir el almacén centralizado de Villar de Cañas (Cuenca) hacen ganar puntos al modelo japonés de gestión de la basura nuclear.
Central nuclear de Almaraz, junto al Tajo.
Central nuclear de Almaraz, junto al Tajo.
EFE

La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha activado el proceso de cierre del parque nuclear. Lo hizo en su primera comparecencia en el Congreso, al confirmar que su hoja de ruta consiste en mantener como referencia la vida tecnológica útil de las centrales, que es de 40 años. El RIP final -teórico- debería tener lugar en 2027 en  Trillo (Guadalajara), aunque es posible que para no solapar procesos, los cierres se extiendan más allá de 2030.

El apagón nuclear se enfrenta, entre otros, a dos problemas serios: la incertidumbre sobre la construcción del Almacén Temporal Centralizado (ATC) en Villar de Cañas (Guadalajara) y la ausencia de un Plan de Gestión de Residuos que sustituya al vigente, que tiene una antigüedad de 12 años y que le ha costado a España la apertura de un expediente de infracción por parte de Bruselas.

La ausencia de algo tan básico como un lugar para almacenar residuos peligrosos es lo que ha llevado a Ribera a matizar que el apagón puede ir más allá de 2030; porque habrá que estudiar múltiples factores de cada instalación, como el coste financiero, las necesidades técnicas y de ingeniería o la gestión de los desechos.

Tras el cambio de Gobierno, pocos creen que el ATC de Cuenca pueda llegar a buen fin. Ni entre las empresas, ni entre los "sabios" que han preparado los planes de transición energética hay quien crea que el ATC pueda estar construido en 2024. En el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y en la empresa pública de residuos Enresa los trámites administrativos en torno al ATC siguen por inercia. "Nadie nos ha indicado lo contrario" sostienen fuentes del organismo que preside Fernando Marti.

Gráfico nucleares.
Gráfico nucleares.

Las dudas sobre el futuro del ATC se mantienen. En la instalación se han invertido 43 millones desde 2012 y en los presupuestos de 2018 diseñados por el anterior Gobierno se contempla una partida de 144 millones para su desarrollo. Ahora, aseguran fuentes empresariales, gana puntos la idea de gestionar los residuos nucleares "a la japonesa", con almacenes individuales (ATI) para cada instalación que se desmantele. En estos momentos ya funcionan en España cinco ATI que, según afirmó el presidente de Foro Nuclear, Ignacio Araluce, suponen un importante sobrecoste.

La realidad es que las piscinas y los ATI en los que se mantienen los residuos de las centrales están cerca de la saturación. Según Foro Nuclear, solo en 2017 se produjeron 757,48 metros cúbicos de residuos. El grado de ocupación por centrales se sitúa entre el 84% de Vandellos II y el 92% de Almaraz I. Todo un problema. Gestionar los residuos ha costado sólo entre 2010 y 2016 un total de 1.326 millones, según el informe Energía 2017 del Foro de la Industria Nuclear. Y en las próximas décadas, sin tener en cuenta todo lo derivado del desmantelamiento, el coste se disparará a 17.397 millones.

La factura crece. El 1 de julio de 2017 finalizó el acuerdo de España con la compañía francesa Areva (ahora Orano) para almacenar en Francia los residuos radiactivos de la central VandellósI, clausurada en 1989. Cada día transcurrido sin que España repatríe la basura nuclear conlleva una penalización de 73.000 euros. Este mes, la factura superará los 26 millones.

Si Ribera mantiene lo manifestado en el Congreso, la primera central que tendrá que preparar el cierre será la de Almaraz I (de Iberdrola y Endesa), que cumple los 40 años de autorización en 2020. Después sería el turno de Ascó I (propiedad de Endesa, 1982); de Almaraz II (1983, Iberdrola, Endesa y Gas Natural Fenosa); de Cofrentes (1984, Iberdrola); de Ascó II (1985, Endesa e Iberdrola); de Vandellós II (1987, Endesa e Iberdrola) y de Trillo (1987, Iberdrola, Gas Natural Fenosa, EDP y Nuclenor)

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