El Alto, una humilde ciudad clave para la política en Bolivia

  • La ciudad de El Alto, la más pobre de Bolivia, que estos días se movilizó para reclamar mayor peso político en el Gobierno, es una urbe clave en la política boliviana cuyos habitantes han logrado derrocar Gobiernos y bloquear la capital de hecho del país en numerosas ocasiones.

Lorena Cantó

La Paz, 18 oct.- La ciudad de El Alto, la más pobre de Bolivia, que estos días se movilizó para reclamar mayor peso político en el Gobierno, es una urbe clave en la política boliviana cuyos habitantes han logrado derrocar Gobiernos y bloquear la capital de hecho del país en numerosas ocasiones.

"El Alto de pie, nunca de rodillas" es el lema de esta orgullosa ciudad aledaña a La Paz, la segunda más poblada del país con casi 900.000 habitantes, en su mayoría aimaras como el presidente Evo Morales, y una de las más altas del mundo, pues está situada a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.

Por ello los votos de este municipio, que aglutina a casi el 10 % de la población boliviana, serán de crucial importancia en el tablero político de cara a las elecciones presidenciales del 2014.

Como también lo fueron en los comicios de 2005 y 2009, cuando el respaldo de los alteños resultó decisivo para encumbrar a la Presidencia a Evo Morales, el primer gobernante indígena de la historia de Bolivia.

Sin embargo, la misma ciudad que ayudó a entronizar a Morales marchaba esta semana en protesta contra su Gobierno.

Los líderes vecinales de El Alto reclamaban al Ejecutivo dirigir tres ministerios y que se dé cumplimiento a 30 demandas regionales.

Ciudad de contrastes, de grandes fortunas aimaras pero sobre todo verdadera miseria, cuando El Alto ha decidido ponerse en pie ha logrado, incluso, derrocar gobiernos.

Esta semana se celebró en esa urbe, y en presencia de Morales, el décimo aniversario de la llamada "Guerra del Gas", que se saldó con más de 60 muertos por la represión militar cuando la ciudad se echó a la calle contra la decisión gubernamental de exportar gas boliviano a Estados Unidos a través de Chile.

Los incidentes culminaron con la caída del entonces presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada, que escapó a EE.UU, país en el que aún reside y al que Bolivia reclama su extradición.

La capacidad de movilización de los alteños es una de sus señas de identidad, hasta el punto de que en numerosas ocasiones han mantenido La Paz, sede del Gobierno de Bolivia, bloqueada durante días, sin permitir la entrada de alimentos y gas, con las consiguientes carestías.

Desde La Paz sólo se puede acceder al altiplano por la carretera que lleva a El Alto, que también es la que conecta a esa ciudad con el resto del país.

También es sede del aeropuerto internacional que sirve a la capital.

Esto permite que, cuando quiere protestar, El Alto lo tenga fácil para "tomar de rehén" a La Paz.

El último de esos bloqueos se produjo esta misma semana, cuando la ciudad se movilizó para reclamar al Gobierno el cumplimiento de 30 demandas, entre ellas, que tres ministerios sean dirigidos por líderes de El Alto.

Las demandas incluyen además la creación de un "fondo compensatorio para las víctimas" de la "Guerra del Gas".

A esa reivindicación se sumó también la Defensoría del Pueblo de Bolivia, que en un comunicado consideró que el país le debe a El Alto "un acto de justicia que sancione con la mayor severidad a quienes fueron autores materiales e intelectuales de los días de masacre y violencia que segó la vida de más de sesenta de sus hijos e hijas y que dejó secuelas imborrables en sus heridos y huérfanos".

El Defensor del Pueblo, Rolando Villena, recordó también que "El Alto es hoy una ciudad que presenta inadmisibles niveles de pobreza y desigualdad, que sufre el rigor de un alto índice de inseguridad ciudadana, violencia intrafamiliar y carencia de servicios que garanticen el ejercicio de los derechos fundamentales".

Ciudad caótica y eminentemente comerciante, El Alto recordó esta semana que fueron alteños quienes pusieron "pecho a las balas" del Octubre Negro, y que a pesar de los baños de masas que Morales se da en esa ciudad, sus habitantes pueden tornarse en acérrimos enemigos del Gobierno si sienten que éste desprecia sus peticiones.

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