Rajoy responde encogiéndose los hombros cuando le preguntan por los cambios que él mismo anunció

    • El presidente del Gobierno, que ha reconocido tener un problema de comunicación y ha anunciado cambios para afrontarlo, responde encogiéndose de hombros cuando les preguntan por ellos.
    • La mitad de los votantes del PP no quiere a Rajoy como candidato, según la última encuesta de Metroscopia para El País y el suspenso por debajo del 3 es su nota más conocida en el CIS.
El PSOE subraya que Bárcenas habla en el Parlamento catalán y en cambio el PP veta que Rajoy se explique en el Congreso
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O.H.

Rajoy tiene un problema de comunicación, dice que quiere corregirlo, pero no deja de ser Rajoy. Encogerse de hombros cuando la prensa le pregunta sobre sus propósitos es mejor que el plasma, eso pocos lo dudan, pero no es la mejor estrategia para comunicar. "No sé de dónde se han sacado eso, eso lo dice Cayo Lara", dijo el presidente ante el rumor de que el cambio de Gobierno se podría saber hoy.

El Gobierno no ha sabido comunicar ni el cambio de Gobierno para mejorar su comunicación. Parece una frase de Groucho Marx pero lamentablemente es una realidad. Rajoy dijo a los periodistas sobre los cambios que no quería crear falsas expectativas, para días después encogerse de hombros sobre el inminente cambio. Comunicación gestual la del presidente. ¿Habrá cambios de importancia? Si se hiciera caso al presidente, no para tanto.

Pero si se escuchaba después al secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, los cambios en profundidad y no cosméticos eran la solución que tocaba.

"No conviene cambiar lo que funciona". No hemos contado bien lo que hemos hecho, por qué lo hemos hecho y qué hubiera pasado si no lo hubiéramos hecho". "Hacer más atractivo al PP". Esos son los slóganes que salen de la boca de los dirigentes populares cada vez que se habla de cambio de Gobierno a menos de medio año del fin de la legislatura. La conclusión es que no hay un sentimiento de que se hayan cometido errores políticos, ninguno. Y que todo es problema de que los españoles no se han dado cuenta de que Rajoy y el PP les han salvado del rescate. ¡Cómo no nos dan las gracias!, se preguntan muchos. Puede que tengan razón. El crecimiento económico y el frenazo al paro es una realidad. Pero también hay otras que el PP y su presidente se niegan a considerar.Un líder inspirador

La primera de ellas es que España necesita hoy un líder inspirador, que contagie confianza y optimismo, que se convierta en referente, que tenga vigor y un proyecto de país a largo plazo. Rajoy no tiene ninguna de esas virtudes y lleva el país como un contable la cuenta de resultados.

Por lo tanto, aunque haya buenos equipos de gestión a su alrededor, la cabeza política no genera expectativas ni ilusiona. Del suspenso no pasa y es el presidente peor valorado de la historia de este país. Llegó a la presidencia con un 4,79 de calificación. Solo ha sacado un 5 una vez, a las puertas de las elecciones de 2004, y aunque en sus últimas puntuaciones ha remontado, sigue por debajo del 3 de manera clara.

Rajoy se enfrenta al difícil reto de ser el regenerador democrático que el país necesita. Porque él sigue siendo el hombre del SMS a Bárcenas, el hombre que dijo que esos papeles eran mentira salvo alguna cosa, el líder que ha visto cómo la posible financiación irregular del PP saltaba por los aires (habrá que demostrarla, pero la ciudadanía lo ha incorporado a su disco duro, no en vano, los tres tesoreros del PP han resultado imputados). La imagen de regeneración con la que Aznar jugó años… ya no es marca PP.

La mitad de los votantes del PP no quieren a Rajoy, según la última encuesta de Metroscopia para El Pais. Es un dato demoledor. Nunca fue el gallego un líder carismático, se le veía como un buen gestor de lo cotidian,o pero 2004 no es hoy. Lo que valía en el cuaderno azul para esa época no vale para hoy. ¿Lograría Rivera más votos que Rajoy como líder del PP? La pregunta debe rondar en algunas de las cabezas de Genova.Falta de discurso... y convicciones

Rajoy ha dado motivos para que los suyos no le aplaudan: apostó duro por cambiar la ley del aborto y no lo ha hecho, jugó con las negociaciones de ETA y no ha tocado una coma, prometió bajar impuestos y los ha subido como nadie en la democracia. Abroncó a ZP por subir el IVA… y lo subió. La oposición y sus promesas han sido el primer lastre de Rajoy. Cuando dijo la verdad perdió las elecciones, las ganó no diciéndola y lo paga.

Los votantes del PP no soportan la falta de discurso político e ideológico de Rajoy y la falta de convicciones. La política no es solo economía y bajo los números se esconden realidades que votan y que no aplauden cuando Bruselas pone a España sobresaliente. Contratos precarios, bajadas de sueldos, desigualdad creciente. Tan inevitable al salir de una recesión que el Gobierno debería haber preparado al país para lo que venía, para lo que nos espera y para el futuro que vamos a tener que tejer entre todos cambiando la mentalidad.

¿Qué cambios va a hacer Rajoy entonces si el primero que va a seguir encogiéndose de hombres es él? Reacio a cambiar a Cospedal pese a las presiones del PP (veremos si al final Rajoy cede y rebaja el poder a sus dos chicas). Porque una cosa sí es cierta. Es el presidente un hombre fiel a los suyos (y Cospedal y Soraya lo son, aunque ellas no se puedan ver). No ve Rajoy (o no le queda otra ya que hacer como que no lo ve), que su problema no es solo de comunicación. Es más profundo y empieza por él.

Con Guindos con ganas de marcharse, Montoro quemado por sus formas e incontinencia verbal, con Soria pisando muchos callos y Wert mostrándose como el más listo de la clase, el Gobierno ha resistido casi hasta el final. Que Alonso sea el apagafuegos, Casado el rostro de la tele y Feijoo un as en la manga no va a solventar el problema de fondo. Ni aunque los Nadales lleguen al rescate. El feeling de la sociedad española con Rajoy es nulo. Y eso, ningún genio de la comunicación lo va a resolver.

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