Esa famosa tarde del 4-D en Barajas

  • El personal de las compañías aéreas está más relajado. Son extremadamente atentos. Intentan ayudar y son muy pacientes. De hecho, están contentos de ver que la gente es "civilizada y se ha quedado en casa, atendiendo la llamada a través de las teles y medios de Internet".
Manu Gómez

T2 salidas. Hasta las 16:30 estaba casi desértico. Mostradores de Spanair vacíos, algo en Air Europa.

Alitalia y Lufthansa son los que tienen más viajeros agolpados en las oficinas de venta de tickets (no los de checkin, los otros). En general es gente joven, de unos 20-40 años, mucho pantalón vaquero, mucho smartphone y algún iPad para entretenerse. Esto es como si te dieras una vuelta por el Zara de Gran Vía, pero hay muchas ojeras y todas las conversaciones giran sobre las posibilidades de "conexión en Zurich, Amsterdam o París".

Un poco de jaleo porque las pantallas muestran algunos vuelos (de hecho el mío se mostraba) pero al hablar con las compañías aseguran que hasta mañana a las 7:00 de este domingo no empezará el ajetreo de vuelos y aun así "tampoco lo tienen del todo claro que mañana se pueda."

Grupos de 4 ó 5 policías constante deambulan por la terminal, igual que miembros del SAMUR.

El personal de las compañías aéreas está más relajado. Son extremadamente atentos. Intentan ayudar y son muy pacientes. De hecho, están contentos de ver que la gente es "civilizada y se ha quedado en casa, atendiendo la llamada a través de las teles y medios de Internet". Siempre te hablan con una sonrisa e incluso sobreactúan al gesticular en la comprensión de tu problema. Cuentan que ayer fue "la guerra"y esperan que mañana "los problemas logísticos sean tan grandes como los del viernes".

Se está vendiendo overbooking y además lista de espera. Esto se gestiona de forma muy sencilla: como no hay seguridad en viajar, el primero que llega tendrá sitio si alguno de los que compraron el vuelo no se presentan. Es decir, mañana los mostradores de checkin y los embarques van a ser un supermercado en hora punta.

Los 'chaqueta verde' trabajan a destajo. Explican. Escuchan. Entregan formularios. Reparten bolis. Y vuelta a empezar. Siempre tienen a 40 personas alrededor de su oficina. Es decir, parece una tarde normal, pero no lo es.

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