La India y China, condenados a competir 50 años después de guerrear

  • La India recuerda este fin de semana la guerra que libró en 1962 con China y que en su 50 aniversario la considera como el punto de partida de la actual rivalidad entre ambos países por la supremacía en Asia.

Alberto Masegosa

Nueva Delhi, 19 oct.- La India recuerda este fin de semana la guerra que libró en 1962 con China y que en su 50 aniversario la considera como el punto de partida de la actual rivalidad entre ambos países por la supremacía en Asia.

El conflicto solo duró un mes y concluyó con una aplastante victoria de China pero sus efectos se han prolongado en el tiempo y sirvió a la India de acicate para tratar de equipararse con su poderoso vecino como gigante continental.

"Fue un total desastre, los chinos lanzaron un ataque que fue fulgurante, y ya está", dice Inder Malhotra, de 83 años y que con 32 fue uno de los pocos periodistas indios que cubrió sobre el terreno la conflagración, que tuvo como escenario el Himalaya.

"El diario en que trabajaba, 'The Stateman', me envió al estado de Ladakh, que era el frente occidental, mientras Arunachal Pradesh era el oriental, y lo que se veía en Ladakh era absoluto desconcierto en el mando y mucho pánico en la tropa", relata.

"La guerra empezó el 20 de octubre y en solo días los chinos penetraron más de 200 kilómetros en nuestro territorio, casi sin oposición ", afirma Malhotra, que apunta dos posible razones por las que las tropas invasoras se retiraron el 20 de noviembre.

A falta de conocerse los archivos secretos de Pekín, el motivo de la retirada china es aún hoy una incógnita para los historiadores, ya que se produjo sin presión militar india.

"Creo que el repliegue de los chinos se debió a que habíamos pedido ayuda a Estados Unidos, y a que se acercaba lo peor del invierno y no habrían podido mantener sus posiciones por falta de abastecimiento", estima el antiguo corresponsal de guerra.

El motivo formal del conflicto fue la disputa por la frontera común en el Himalaya -trazada por los británicos y que no reconocían los chinos-, aunque Malhotra cree que el trasfondo fue la ocupación china de Tibet y la huida en 1959 del Dalai Lama a la India.

"Hasta la ocupación china de Tibet éramos amigos, pero a partir de entonces fuimos vecinos, con los recelos que eso acarrea. El asilo concedido al Dalai Lama sentó después muy mal a China, que empezó pronto a emitir señales de su malestar", anota Malhotra.

"Lo seguro es que el ataque pilló por sorpresa hasta a Jawaharlal Nehru (entonces primer ministro y padre de la independencia de la India), que pensaba que los chinos se iban a limitar a escaramuzas pero no lanzarían un ataque en toda regla", añade.

"Nos humillaron pero aprendimos la lección. A partir de entonces no hemos hecho más que fortalecernos", asevera el veterano periodista, que opina que "la clave para que no haya otra guerra con los chinos es que la diferencia militar con ellos siga siendo corta".

"Si vuelven a ser muy superiores, como antes, se nos echan otra vez encima. Hay que seguir siendo competitivos con ellos para que nos respeten, y mantener cierto equilibrio militar, que es la actual situación, que es algo parecido a una Guerra Fría", concluye.

Medio siglo después del conflicto con la India, China sigue sin reconocer algunos tramos de su frontera con su vecino del sur pero no han vuelto a escucharse tambores de guerra en la línea divisoria.

Y China ha delegado en Pakistán la tarea de ejercer presión sobre la India, que es otro de los resultados de aquella contienda.

El experto militar Raja Menon explica que "una de los principales consecuencias de la guerra sino-india fue la decisión de Pekín de, tras concluir las hostilidades, dotar de armamento atómico a Islamabad para que mantuviera entretenida a la Nueva Delhi".

"Lo que a su vez indujo a la India a dotarse de armamento atómico para hacer frente a la amenaza de Pakistán", recuerda Menon, que subraya que "la guerra sino-india cambió en definitiva la geoestrategia y disparó la carrera armamentística en la región".

Para el general de brigada retirado Arun Shagal, el problema se centra en que la India y China tienen un conflicto de intereses en el continente asiático, que es su área natural de expansión no tanto ya en términos militares como económicos y de influencia política.

"Y ninguno de los dos países parece dispuesto a dejar de crecer en esos ámbitos", destaca el exmilitar, que en la línea de pensamiento de Malhotra estima que La India está obligada a no perder comba con China para evitar el peligro de otra guerra.

"Todo indica, además, que la competencia entre los dos países aumentará en el futuro" vaticina, pero destaca que "no queda otra", y apostilla que "es como una condena".

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