Escenario clave

Moreno emula a Macron para que Olona también se quede plantada como Le Pen

Alberto Núñez Feijóo confía en que dentro de siete días el líder andaluz le haga un nuevo favor y le dé el gran regalo de conquistar las elecciones autonómicas, algo que todas las encuestas dan por hecho.

Juanma Moreno. Para portada tema Roig domingo
Moreno emula a Macron para que Olona también se quede plantada como Le Pen.
CONTACTO vía Europa Press

Juanma Moreno Bonilla es el gran aliado de Alberto Núñez Feijóo, lo fue ya de manera especial cuando el gallego se postuló en la sede de la calle Génova de Madrid como la persona idónea para reconducir el centro derecha español. Ahora, el presidente del PP confía en que dentro de siete días, el próximo 19-J, el líder andaluz le haga un nuevo favor y le dé (y se dé a él mismo) el gran regalo de conquistar las elecciones autonómicas, algo que todas las encuestas -incluidas las que maneja Pedro Sánchez en Moncloa- dan por hecho. Sólo falta saber una cosa determinante y que aún está por decidir: ¿necesitará el PP a los verdes de Vox y a Macarena Olona para gobernar en San Telmo, o lo podrá hacer en solitario como desea y repite constantemente Juanma Moreno cada vez que alguien le habla de su futuro político como presidente?

En las últimas elecciones de Andalucía, las de 2018, las que ganó el PP por los pelos y en las que Pablo Casado todavía presidía el aparato desde Madrid, el partido de Santiago Abascal perdió por unos escasos 7.000 votos de diferencia. El sorpasso estuvo a punto de confirmarse. Ahora, cuatro años más tarde, el panorama parece algo distinto, no sólo por la continuidad y el hacer tranquilo de Moreno Bonilla, que parece que convence en su mayoría a los andaluces, sino porque en Génova quien pilota la nave ahora se llama Núñez Feijóo, un político que no lleva barba pero no es un imberbe sino más bien un señor maduro y con experiencia que le ha devuelto a los populares cierta solidez y cierta buena imagen, quitándosela a su principal rival, Pedro Sánchez y su Gobierno descompuesto y enfrentado.

Sólo falta saber si el tándem Feijóo-Moreno también sirve para frenar y espantar a su pesadilla más directa e incómoda, Vox; o se convierte en una triste reencarnación del “disgusto” padecido por el PP en las últimas elecciones de Castilla y León, en las que los verdes ocuparon el lugar de Ciudadanos llevándose casi todo el pastel y obligando al presidente Mañueco a pactar con ellos y entregar varias consejerías. Algo que por estos lares del sur sentaría peor a los de la gaviota, en principio porque Feijóo ya no tiene la excusa de recibir la “herencia” de Casado, luego por ser un nuevo intento fallido para desmarcarse de Vox, también por dejar con las manos muy atadas a Juanma Moreno y de paso dar futura munición a Pedro Sánchez y a la izquierda acerca del peligro que supone la llegada al poder de la extrema derecha del brazo del centro derecha. Molestia que los ciudadanos no deben experimentar -lo digo en plan irónico- si en su lugar gobierna la izquierda con la extrema izquierda, como es el caso actual y las cosas y los ejemplos de esta experiencia de Gobierno son tan palpables y lamentables como todo el mundo sabe.

Volviendo al caso andaluz, el fichaje interpuesto de Macarena Olona, trasladada de Madrid para empadronarse en Salobreña (Granada) siendo ella natural de Alicante, supone de entrada un hándicap dentro de la peculiar manía de los andaluces de votar en sus elecciones autonómicas pensando en Andalucía. No es que Olona no tenga derecho a presentarse a estas elecciones, más allá de las disquisiciones reglamentarias de su empadronamiento, pero resulta chocante que los andaluces piensen que es una buena candidata para presidir su región alguien que no es ni conoce ni controla con detalle el terreno y la problemática real de todos los días, salvo que piensen en ella ya de entrada sólo como una buena aspirante a vicepresidenta. Olona tiene muchas virtudes, saltan a la vista, su inteligencia y su desparpajo le acompañan y hacen que triunfe en casi todos los lugares a dónde va, veremos si en Andalucía pasa lo mismo el 19 de junio; una campaña es muy poco tiempo por muy televisiva y política de Madrid que sea una candidata para llegar al corazón y al cerebro de los votantes.

Al margen del papel o la imagen de Macarena Olona, en esta ocasión en Vox no se dan las características pertinentes para convertirse en un partido clave y necesario dadas las circunstancias políticas y sociales, como ha podido ser en otras zonas de España. Esto no quita que no pueda hacer un buen papel en las urnas, y supere con cierta holgura el buen resultado de los 12 diputados de 2018 y se acerque a los 17-19, muy por debajo de sus aspiraciones. Además, es el PP el que ha roto la hegemonía socialista tras cuarenta años en el poder y el que aspira a revalidarla, y el que quiere y desea hacerlo sin hipotecas de coaliciones o bipartidismos directos. Vox puede pinchar en esta ocasión por una mala lectura de la situación social y económica, y por repetir la campaña de hace cuatro años con los mismos problemas de siempre, y no actualizar la situación económica que es la que realmente le preocupa y le afecta a la gente, que ve como se avecina además de la grave inflación ya existente una gran recesión.

La meta contraria para el Partido Popular no es fácil, Moreno Bonilla deberá sacar por lo menos 50 escaños y superar la suma de toda la izquierda para poder gobernar en solitario, confiando que los cinco escaños para los 55 de la mayoría absoluta se los preste Vox, algo que en plena campaña suena a imposible, pero una vez visto el resultado, los pactos y acuerdos pueden llegar a ser más razonables. El candidato del PP se pasa los días, entre bromas y verdades, intentando emular a Emmanuel Macron cuando se enfrentó a Marine Le Pen en la doble vuelta francesa, de ahí que Moreno insista pidiendo el “voto útil” a los simpatizantes socialistas por ser el “dique de contención” de Vox y el “único” capaz de evitar que Olona entre en las instituciones autonómicas; “en las cuales -insiste el candidato del PP- los de Vox no creen. ¿Si no creen en las Comunidades Autónomas qué interés tienen por estar en ellas?”. El Macron andaluz dice estar dispuesto incluso a una repetición electoral si los resultados no acompañan, algo que se suele decir en campaña pero a la hora de la verdad cuesta mucho tomar esa decisión tan costosa en todos los sentidos.

Por su parte la izquierda andaluza intenta conformar, pero de momento sin mucho éxito, “un pacto de no agresión”, algo apetecible sobre el papel pero muy difícil de aplicar en la realidad. Quien más lo comenta y lo insinúa es Teresa Rodríguez, líder de ‘Adelante Andalucía’, la misma que salió tarifando de la unión que mantuvo en su día con IU y con Podemos, que la bautizaron como tránsfuga impenitente, y la misma que desconfía con mucho ahínco de este PSOE andaluz liderado por Juan Espadas, con el que tampoco se lleva nada bien. En los debates televisivos Rodríguez pidió el voto para su formación aunque dejó claro que “no hay que dejar de coger el autobús que te lleve más cerca”, en alusión a centrar el voto de izquierdas más allá de las siglas que lo compongan. No hay un pacto formal y las diferencias son mucho mayores que la unidad de criterio, pero toda la izquierda, extrema o menos extrema, sueña con poder unirse y conseguir derrotar a la derecha, y si pueden -algo no fácil de lograr- formar una especie de penta gobierno.

Quedan siete días contados para que llegue la hora de que los ciudadanos hablen en las urnas. De momento, la campaña está transcurriendo con normalidad y cierta tranquilidad, muy propio del estilo Moreno Bonilla, apodado también como “el hombre tranquilo”. Incluso algunos dirigentes del PP creen que la crisis con Argelia puede beneficiar de cara al cierre de campaña a Moreno Bonilla, reforzando su faceta moderada de presidente en funciones de la Junta de Andalucía, ya que los votantes tienden a rehuir “las polémicas y las polarizaciones estériles”, e incluso el propio giro con el Sáhara puede desmovilizar a muchos votantes de izquierdas.

El Partido Popular aprovecha la coyuntura, y alineándose con la postura de Bruselas, ha solicitado al Gobierno argelino que rectifique y restablezca el comercio con España y que valore que la mayoría de los partidos políticos en el Congreso de los Diputados no han participado en esa decisión: “Le pido a Argelia que no haga pagar los efectos de una política internacional improvisada al pueblo español, que no tiene responsabilidad”, comentó el líder del PP, Núñez Feijóo.

Por último, el perfil bajo que ha practicado esta semana Macarena Olona tras el debate electoral del lunes, reduciendo en buena medida sus apariciones públicas, ha llevado a algunos a ver cierto freno y algunos tropiezos en la candidata de Vox, y su fulgurante aparición en la campaña que no acaba de despegar. Sin embargo, las especulaciones sobre el posible tropiezo de la extrema derecha han alegrado la sonrisa del PP y de su candidato, por la caída del, en teoría, “efecto Olona”, incluso se atreven a especular los asesores de Juanma Moreno que “los de Vox no pasarán de los 20 escaños”. Las apuestas están hechas y en una semana veremos como las encuestas dejan paso a la ruda e inapelable realidad de las urnas, que a fin de cuentas es la única respuesta clara de la soberanía nacional. 

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