Netanyahu: el mago que tocaba tambores de guerra

  • Benjamín Netanyahu, conocido hasta ahora como el mago de la política israelí por su habilidad para articular las más sorprendentes alianzas y salir airoso de intrincados laberintos, ha encontrado en el redoblar de los tambores de guerra su última catapulta electoral.

Javier García

Jerusalén, 17 ene.- Benjamín Netanyahu, conocido hasta ahora como el mago de la política israelí por su habilidad para articular las más sorprendentes alianzas y salir airoso de intrincados laberintos, ha encontrado en el redoblar de los tambores de guerra su última catapulta electoral.

Si, como todos los sondeos apuntan, gana las elecciones del 22 de enero y se convierte en el próximo jefe de Gobierno, iniciará, con 63 años, su tercer mandato al frente del país y deberá afrontar una de las decisiones más críticas desde que David Ben Gurión declaró la independencia de Israel en 1948: la de atacar o no a Irán.

Consciente del peso de los asuntos relacionados con la seguridad en el inconsciente colectivo israelí, Bibi, como se le conoce popularmente en el país, ha hecho de la amenaza nuclear iraní su principal obsesión y el centro de casi todos sus discursos.

Aún así, y pese a haberse convertido ya en el primer ministro con más años en el cargo tras el fundador del país, las motivaciones más profundas de Netanyahu continúan siendo en gran medida un misterio para la mayoría de los israelíes.

"Estoy motivado por la misión de asegurar la existencia del Estado de Israel", repite a menudo últimamente como un mantra de su ideario político.

Una existencia, que aunque muchos vinculan a la necesidad de resolver el conflicto con los palestinos, él considera esencialmente en peligro por la amenaza iraní.

"Si Irán consigue hacerse con armas nucleares, el problema con los palestinos se convertirá en irrelevante", asegura.

Es por ello que, pese a sus enigmas y su conocida aversión a los riesgos, muchos consideran que no le temblará el pulso a la hora de atacar a Irán si cuenta con el apoyo de EEUU o con los suficientes recursos militares para ello.

Netanyahu, que a diferencia de varios de sus predecesores no había tenido que afrontar ninguna guerra en sus siete años de gobierno, superó definitivamente su inclinación a la cautela el pasado noviembre cuando ordenó la operación Pilar Defensivo contra la Franja de Gaza, que muchos consideran un ensayo de un posible ataque a Irán.

Hijo del historiador y activista sionista Ben Zion Netanyahu, sus críticos le achacan una actuación excesivamente lastrada por las consideraciones a corto plazo, unida a un cierto espíritu mesiánico que, como a su padre, le hace creer que la mayoría de los árabes representan una amenaza existencial para Israel, o que, al menos, no quieren la paz con el Estado judío.

Sus partidarios destacan la fortaleza con la que defiende algunos de sus principios básicos, como el de la seguridad de Israel, y su lealtad al país, que le hizo regresar de Boston donde apuntaba a una brillante carrera en los negocios.

Netanyahu, nacido en 1949 en Tel Aviv, un año después de la creación de Israel, pasó gran parte de su infancia y varios años de su juventud en Estados Unidos, donde forjó su acendrado liberalismo, su cintura política y su habilidad en el manejo de los medios de comunicación.

Su carrera política comenzó en 1982 como número dos de la legación diplomática de Israel en EEUU, de donde pasó a ser embajador en la ONU.

En 1988 regresó a Israel y en apenas ocho años se convirtió en el primer ministro más joven de la historia del país con 46 años.

Un primer mandato tambaleante, unido a acusaciones policiales de corrupción y tráfico de influencias que nunca llegaron a juicio por falta de pruebas, le llevaron tres años después a perder las elecciones frente a Ehud Barak, lo que provocó su retirada temporal de la política.

Regresó, sin embargo, en 2001 para ser ministro de Exteriores y luego de Finanzas con Ariel Sharón, hasta que dejó el gobierno en desacuerdo con la retirada unilateral de Gaza.

Cuando Sharón entró en coma tras un ataque cerebral y su sucesor Ehud Olmert tuvo que dimitir al verse envuelto en varios casos de corrupción, a Bibi se le abrieron las puertas para recuperar el Gobierno al frente del Likud, pese a que cosechó en 2009 un escaño menos que el Kadima de Tzipi Livni.

Su alianza con los partidos ultraortodoxos y nacionalistas abrió un inusual periodo de estabilidad política en el país, aunque frenó en seco los avances en el proceso de paz conseguidos por Olmert.

Casado y con tres hijos, Netanyahu aspira esta vez a sacarse la espina de 2009 y convertirse en el candidato más votado, centrado en la pujanza de la economía israelí y sobre todo en la imagen de "un primer ministro fuerte", su principal eslogan de campaña.

"Nadie sabe lo que les espera a los judíos en el siglo XXI pero debemos hacer todos los esfuerzos para asegurar que será mejor que lo que les sucedió en el XX, el siglo del Holocausto", proclama como la síntesis más perfecta de su ideario.

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