El Gobierno se atrinchera en sus previsiones

“La evolución de la pandemia ha llevado a que se hagan probables los escenarios más pesimistas (sobre la evolución de la economía española) previstos por los organismos nacionales e internacionales”, dijo la presidenta de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, Cristina Herrero. “Hay una amplia batería de indicadores que apuntan a que a lo largo del tercer trimestre y lo que llevamos del cuarto la intensidad de la recuperación habría ido perdiendo impulso. Los riesgos del escenario macroeconómico son claramente a la baja y de materializarse lastrarían de forma significativa la recuperación”, recalcó el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. “La economía española tiene una serie de características específicas que hacen que el impacto de la crisis esté siendo sido mayor en España”, remachó el comisario europeo de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni.

En un espacio de menos de 24 horas tres de las instituciones con mayor ascendente sobre la orientación de la política económica del Gobierno propinaron sendos mandobles a las previsiones oficiales del Ejecutivo para el próximo ejercicio, ya bajo sospecha casi desde el momento mismo de su reformulación. La expectativa gubernamental de que la economía española crecerá un 9,8% en 2021 a horcajadas del chute de energía que supondrán los aún no confirmados 27.000 millones de euros de fondos europeos que llegarán el país el próximo años se consolida como una anomalía en un entorno que se manifiesta de manera sensiblemente menos optimista.

El gobernador del Banco de España deslizó en su comparecencia ante la Comisión de Presupuestos del Congreso – la más controvertida del rosario de intervenciones parlamentarias que ha tenido en los últimos meses por sus críticas a las subidas del salario de los funcionarios y de las pensiones – que a la vista de la evolución de la crisis sanitaria en los últimos meses el panorama a futuro parece inclinarse más hacia el escenario pesimista que prevé un crecimiento del 4,1% en 2021 que hacia el optimista que recoge un crecimiento del 7,3%. En términos similares se manifestó la presidenta de Airef, que reiteró que la previsión gubernamental solo se podría cumplir en el mejor de los escenarios posibles y situó su previsión central para 2021 en un crecimiento del 5,5%. La Comisión Europea estimó para España un avance del 5,4% el próximo año y un desplome del 12,4% para éste, mucho más profundo que el previsto en primavera.

La sucesión de enmiendas a las previsiones oficiales no ha hecho mella en el Ejecutivo, que no se ha permitido dudar ni por un instante de la fiabilidad de sus previsiones. El jueves pasado, con la Autoridad Fiscal señalando lo optimista del cuadro macro oficial y las negativas previsiones de la Comisión Europea sobre España aún calientes, el Gobierno tocó a rebato para defender las estimaciones de la Vicepresidencia de Asuntos Económicos frente a las del resto de organismos. “Se han quedado desfasadas antes incluso de publicarse”, “No incorporan la última información disponible, que ha ofrecido datos mucho mejores de lo esperado” o “No tienen en cuenta el impacto de los fondos europeos” han sido algunos de los argumentos empleados desde el Gobierno para desacreditar el creciente pesimismo sobre el comportamiento de la economía española en 2021.

Porque más allá de las ostensibles diferencias en las cifras hay una tendencia de fondo y es que salvo el Gobierno todos los organismos de previsión han empeorado su mirada sobre lo que puede ocurrir en la economía española en 2021 respecto a lo previsto en primavera. Y el asunto tiene un efecto adicional. Las dudas sobre el crecimiento de España en 2021 abonan el escepticismo sobre el proyecto presupuestario del Gobierno sostenido sobre un incremento de los ingresos sin precedentes, que sólo se puede explicar a partir del tremendo crecimiento ‘pintado’ por el Gobierno en sus Presupuestos. Si el cuadro macro falla, las cuentas del Gobierno tanto en lo que se refiere a los ingresos como a sus ambiciosos programas de gasto social caerán como un castillo de naipes.

Toda una política económica agarrada a una estadística provisional

Tal vez por ello, y porque los Presupuestos de 2021 apenas acaban de iniciar su incierta tramitación parlamentaria, el Gobierno ha decidido atrincherarse en sus previsiones y ‘disparar’ contra los escépticos, los de aquí y los de fuera. Dos son las grandes líneas argumentales que enarbola el Ejecutivo para apuntalar la fiabilidad de sus previsiones. La primera es el extraordinario e inesperado dato de avance de crecimiento del PIB en el tercer trimestre que difundió el INE hace apenas unos días y que ha avanzado una evolución intertrimestral de la economía española entre julio y septiembre del 16,7%, muy por encima del 12%-13% que el equipo de analistas del Ministerio de Economía descontó a la hora de construir su cuadro macro. Aseguran desde el Ejecutivo que ese dato convierte en inverosímil no sólo la previsión de caída del PIB del 12,4% difundida por Bruselas el pasado jueves sino también la de crecimiento del 5,4% para 2021, que estarían lastrada por el ‘efecto arrastre’ de la previsión del año anterior. Es más, desde el área económica del Gobierno se desliza que el dato publicado por el INE sobre el comportamiento de la economía en el tercer trimestre puede hacer caducar también la previsión de caída del 11,2% prevista por el Gobierno. De otro modo, que a pesar del pesimismo reinante sería más que probable que España acabara el año con un deterioro de su economía sensiblemente inferior al estimado por el propio Gobierno….

El entusiasmo con que el Gobierno se ha agarrado a este dato para combatir a los agoreros y defender su ‘optimismo’ respecto a la situación económica del país debe tomarse con cierta prudencia. Con la prudencia que el propio Instituto Nacional de Estadística reclama respecto a un indicador avanzado que se construye básicamente con la información estadística disponible a mes de agosto más un puñado de estimaciones a partir de fuentes alternativas de lo ocurrido en septiembre. Organismos como el Banco de España o la Autoridad Fiscal ya advirtieron en su día de que el frenazo de la recuperación española se produjo en la última parte de agosto y sobre todo durante el mes de septiembre, al compás de la generalización de los rebrotes. El propio INE advierte, en relación a este dato de avance, de que “la dificultad inherente a la medición estadística de un cambio de coyuntura como el vivido con la pandemia de la Covid 19 hacen prever que las futuras revisiones de los resultados hoy publicados puedan ser de una magnitud superior a la habitual”. Hay un precedente. En el segundo trimestre, el INE avanzó una caída del 18,5% del PIB respecto al primera trimestre y después la corrigió siete décimas a la baja hasta el 17,8%.

El otro gran argumento gubernamental para desafiar las previsiones que se alejan de la oficial es que no recogen el efecto de los fondos europeos, que el Gobierno ha decidido estimar en 2,6 puntos de PIB sobre la base de que esos 27.000 millones de inversión tendrán una capacidad de movilizar actividad económica como nunca antes se ha visto en España. Un argumento que ha sido desafiado de forma explícita desde el Banco de España, poniendo en duda tanto la capacidad del país para ejecutar todos esos fondos en un solo ejercicio – la media de ejecución de fondos europeos en España hasta la fecha se sitúa en los 3.000 millones de euros – como el multiplicador tomado por el Gobierno para convertir esa inversión en actividad económica real, que se sitúa por encima de todos los precedentes conocidos. La Autoridad Fiscal vino a echar un capote a los ambiciosos cálculos gubernamental esta semana, al considerar como factible que los fondos europeos puedan generar ese impulso, aunque con el asterisco de que eso solo ocurriría, nuevamente, en el contexto más favorable de entre todos los posibles.

Quizá la mejor explicación de la posición gubernamental en esta guerra de previsiones la dio el director general de la Agencia Tributaria, Jesús Gascón, uno de los responsables de levantar la previsión de ingresos de los PGE 2021, en la Comisión de Presupuestos del Congreso. “El problema es que el que tiene que hacer un Presupuesto no puede manejar escenarios. Tiene que decantarse por uno. Miramos con envidia al gobernador del Banco de España cuando habla de escenario 1 y escenario 2 y no digamos cuando la presidenta de la Airef habla de tres escenarios, uno optimista, uno medio y otro pesimista. En este caso la pregunta que te tienes que hacer es: ¿tu escenario encaja con alguno de los de ellos? Y, efectivamente, sí, encaja. Se puede decir: ‘Ah, pero es que es con el optimista’. Bueno, pero encaja. El problema lo tendríamos si no encajara con ninguno de esos escenarios”.