González (BBVA) lamenta la muerte de Miguel de la Quadra-Salcedo, a quien califica de "único e irrepetible"

González (BBVA) lamenta la muerte de Miguel de la Quadra-Salcedo, a quien califica de "único e irrepetible"
González (BBVA) lamenta la muerte de Miguel de la Quadra-Salcedo, a quien califica de "único e irrepetible"
EUROPA PRESS
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"Miguel ha sido una persona extraordinaria en todos los sentidos. Un personaje único e irrepetible. A través de su gran proyecto personal, la 'Ruta BBVA' fortaleció las relaciones entre los países iberoamericanos y los valores de la juventud", ha destacado González en su mensaje de condolencia transmitido a Europa Press.

"Todos tenemos que estarle muy agradecidos por esa gran labor. Sin duda, todos -y no sólo los jóvenes- vamos a echarle mucho de menos", ha enfatizado el presidente del banco.

El reportero y deportista ha fallecido a las 6.00 horas de este viernes en su domicilio de Madrid, a los 84 años de edad. Su enfermedad se agravó desde la pasada Navidad y ha fallecido de madrugada, "tranquilo", junto a su esposa y su hijo Rodrigo, según ha informado éste a Europa Press.

Nacido en Madrid el 30 de abril de 1932 y perito agrícola de formación, fue reportero de TVE, destacó como atleta --representó a España en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, en lanzamiento de disco-- y será recordado, sobre todo, como aventurero.

A partir de 1979 impulsó la llamada 'Aventura 92', después bautizada como 'Ruta Queztal' y hoy conocida como 'Ruta BBVA', un programa de intercambio cultural entre los países latinoamericanos declarado de interés universal por la Unesco.

A lo largo de treinta ediciones, más de 9.000 jóvenes de todo el mundo han tenido la oportunidad de viajar por los países latinoamericanos.

"La Ruta se inspira en un programa socrático que se resume rápido: descúbrete a ti mismo y luego proyéctate", explicaba el aventurero, que dejaba claro que eso es lo que él intentó con estos jóvenes: "Del viaje vuelven huérfanos, pero enriquecidos por la experiencia de haber conocido otras civilizaciones y, sobre todo, de haber aprendido a respetarlas. Me siento como el flautista de Hamelin, llevando a los jóvenes tras mis pasos".

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