Haití sigue sin rumbo

  • Nueve meses después del terremoto, Haití sigue sin salir a flote. No solo la falta de infraestructuras y viviendas para los haitianos sigue sin solución, sino que a solo un mes de las elecciones presidenciales, no tienen un líder claro para sacar al país de la mayor crisis de su historia.
Nueve meses después del terremoto, Haití sigue sin salir a flote.
Nueve meses después del terremoto, Haití sigue sin salir a flote.
Getty
Ezra Fieser | GlobalPost

(Miami, EEUU). Los sueños presidenciales de un rapero que aspira a político terminaron amargamente. Pero la breve campaña de Wyclef Jean ha servido para introducir un soplo de energía necesaria en una de las elecciones más importantes en la historia de Haití.

Wyclef Jean fue declarado no elegible porque no había vivido en el país durante los cinco años anteriores a las elecciones, tal y como requiere la ley haitiana. No obstante, durante las pocas semanas que fue posible candidato, el rapero "energizó a la juventud, incluida la gente joven que vive en los barrios marginales en y cerca de Puerto Príncipe", asegura Jean-German Gros, un haitiano profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Missouri-St. Louis.

El 60 por ciento de los habitantes del país tiene menos de 24 años, lo que sumado a la carrera musical de Wyclef Jean y a la fama internacional hizo de él un candidato instantáneo a las presidenciales. Ahora que ya no participa en las elecciones, la pregunta es quién puede capitalizar el impulso que logró.

Según dijo a sus seguidores a través de Twitter, Wyclef Jean que no apoyará "a ningún candidato, tan solo al país, a los hechos y a la verdad". El mensaje también se incluyó en un discurso en criollo publicado en la página web de su partido político.

Michel "Sweet Micky" Martelly, un conocido músico criollo al que se considera menos "extranjero" que Jean (emigrado de Haití a Brooklyn a los 9 años) es un candidato obvio para retomar lo que dejó el rapero. Pero es un neófito, que tendría que compartir espacio con políticos profesionales en una lista de 19 candidatos.

Aunque el terremoto de enero destruyó parte de una administración ya débil, los haitianos deberían poder acudir sin problema a las urnas el 28 de noviembre, gracias en parte a que es la comunidad internacional financia la mayor parte de los 29 millones de dólares que costarán las elecciones.

La campaña electoral comenzará en serio la última semana de septiembre. Sin embargo, los observadores todavía no han logrado señalar un candidato favorito a estas alturas. Entre los más destacados figura Jude Celestin, que supervisó los trabajos del gobierno para recoger los escombros tras el terremoto que destrozó la capital el 12 de enero. Celestin tiene el respaldo del actual presidente, Rene Preval, y por lo tanto "la infraestructura política que le aporta una ventaja en la campaña", asegura el profesor Gros.

Preval eligió a Celestin por encima del dos veces primer ministro Jacques-Edouard Alexis (entre 1998 y 2001, y después de 2006 a 2008), que ha optado por concurrir con un partido diferente.

Otros candidatos con nombres conocidos son la ex primera dama Mirlande Hyppolite Manigat; la actual ministra de Asuntos Sociales, Yves Cristalin, y Leslie Voltaire, un antiguo ministro y urbanista formado en EEUU.

Quien salga elegido se hará cargo de un país destrozado: el terremoto mató al menos a 250.000 personas y dejó a millones sin casa o viviendo en refugios temporales, una situación que todavía continúa a fecha de hoy. Puerto Príncipe, el centro gubernamental y comercial, está prácticamente destrozado y la administración apenas funciona desde enero, funcionando en gran medida tan solo gracias a la ayuda internacional.

Reconstruir a partir de escombros será un proceso largo. Un informe publicado en agosto por el grupo de expertos Rand Corporation indica que el país necesita centrarse durante los próximos tres a cinco años en varias áreas clave, entre ellas la gobernabilidad, y los sistemas judicial, sanitario y educativo.

Junto a una letanía de problemas, el siguiente presidente tendrá que gestionar además los 10 millones de dólares comprometidos en donaciones internacionales, aunque no está claro cuánto de ese dinero se entregará finalmente.

A la hora de decidir cómo se gastará el dinero será clave la cuestión de cómo descentralizar de manera eficiente la población del país. Los haitianos acudieron en masa a Puerto Príncipe en busca de trabajo a medida que fue desapareciendo la base de la economía agrícola. Los expertos dicen que el mejor ejemplo de la evaporación de la economía agrícola es el arroz: hace 30 años el país cultivaba el grano suficiente como para alimentarse y también exportar. Hoy en día tiene que importar el 80 por ciento del arroz que consume.

Invirtiendo esa tendencia, miles de personas abandonaron la capital tras el terremoto. Pero muchos han vuelto desde entonces.

"Regresan porque no hay trabajo en el campo y oyen decir que en la ciudad hay comida en cada esquina y que las ONG están dando trabajo", dice Marc Boisvert, encargado de un orfanato, cinco escuelas y un centro vocacional cerca de Les Cayes, en el suroeste de Haití.

Crear puestos de trabajo en el campo puede contribuir mucho a incentivar el reparto de la población. La Comisión Interina para la Recuperación de Haití, liderada por el ex presidente de EEUU Bill Clinton, se encarga de decidir a dónde va el dinero de las donaciones, y recientemente propuso invertir 1.600 millones de dólares en proyectos vitales, dedicando 200 de esos millones a un fondo de desarrollo agrícola.

Pero los analistas dicen que muchas de las preguntas a las que se enfrentará el siguiente presidente, tales como impulsar la agricultura, descentralizar la población y controlar el crimen, son viejos problemas de Haití. Las elecciones tan sólo aportan un cambio de escenario.

"Francamente, el principal problema... es conseguir resolver los problemas, y no veo que estas elecciones vayan a suponer una ruptura política que aporte a los haitianos una oportunidad para dirigir el país mejor que en pasado", afirma Susan K. Purcell, directora del Center for Hemispheric Policy de la Universidad de Miami.

Mostrar comentarios