Irak no consigue desmantelar la única central nuclear bombardeada del mundo

  • Antes de la invasión de Irak en 2003 que buscaba armas de destrucción masiva, Israel, Irán y EEUU ya habían bombardeado la central nuclear de Tuwaitha. Treinta años después, los científicos no son capaces de desmontar el complejo que afecta a las poblaciones cercanas.
Antes de la invasión de Irak en 2003 que buscaba armas de destrucción masiva, Israel, Irán y EEUU ya habían bombardeado la central nuclear de Tuwaitha.
Antes de la invasión de Irak en 2003 que buscaba armas de destrucción masiva, Israel, Irán y EEUU ya habían bombardeado la central nuclear de Tuwaitha.
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Tracey Shelton, Tuwaitha (Irak) | GlobalPost

Khadir Abus Alí estaba emocionado por empezar su primer trabajo en seguridad en el Centro de Investigación Nuclear de Tuwaitha. Era 1981, y para un joven de 18 años de edad, un sueldo de 1.000 euros al mes era un salario excelente.

Poco después, ese mismo año, el 7 de junio, quedó clara la razón del generoso salario.

"Había escuchado aviones sobrevolando Bagdad", recuerda Alí, quien ahora trabaja como taxista. "Hubo una fuerte explosión y una luz intensa presente en toda la zona. Pero no había llamas. Me quemé los brazos y pude ver cómo mi piel se escamaba".

Lo que Alí acababa de presenciar era el primer bombardeo de una instalación nuclear en el mundo. Ocho aviones israelíes destruyeron el reactor nuclear de Osirak, uno de los dos que componen el centro de Tuwaitha.

Los registros oficiales reflejan que murieron 11 personas en el ataque, entre ellos un investigador francés. Alí dice que fue testigo de cientos de heridos. Muchos estaban quemados, explica, algunos incluso ciegos.

"No sabíamos que el reactor había sido atacado. El reactor italiano ya está operativo. En ese momento pensamos que sería otro Hiroshima", añade Alí.

Osirak, un reactor que Irak compró al Gobierno francés y que se comenzó a construir en 1979, estaba a sólo unas semanas de entrar en funcionamiento en el momento del ataque. A pesar de que Francia e Irak afirman lo contrario, Israel cree que fue diseñado para producir armas nucleares y argumentó el bombardeo como un acto de legítima defensa. La ONU, con el apoyo de países influyentes de todo el mundo, criticó el ataque como un "acto de agresión premeditado y sin precedentes".

A tres kilómetros de distancia del lugar, en el municipio de Tamim, Alaa Trad acababa de regresar de la escuela.

"Había ventanas rotas por todo el pueblo y todo lo que podíamos ver eran las llamas. No teníamos un refugio. Todo el mundo se estaba volviendo loco", recuerda.

El pánico se apoderó de toda la región. Tras la desgracia, muchas familias se marcharon, incluyendo la de Trad. Aunque la mayoría volvió a Tamim, los habitantes locales explican que todavía hoy muchas personas sufren problemas médicos relacionados con el ataque y que hay numerosas familias que no consiguen tener niños.

De camino a la instalación en ruinas, el calor es abrasador. La cobertura de arbustos del desierto no ofrece ninguna sombra. La ropa de protección radiológica produce un efecto sauna y una máscara para proteger del polvo dificulta la respiración. Un físico camina unos pasos por delante midiendo cuidadosamente los niveles de radiación.

La zona está rodeada y dividida por paredes de tierra de unos 50 metros de altura. El ingeniero mecánico Hadi Ibrahim Jassim, que dirige uno de los proyectos de desmantelamiento de Tuwaitha, explica que los montículos de tierra estaban destinados a proteger los reactores de los bombardeos de aviones.

"Obviamente no tuvieron mucho éxito", dice con una carcajada mientras se acerca a la enorme montaña de escombros que alguna vez fueron un reactor nuclear, un laboratorio y oficinas.

Gritando entre los inestables escombros, Jassim señala los diferentes componentes de la instalación donde todavía hay altos niveles de radiación.

El propio reactor ahora no se parece a otra cosa que a un montón de tubos de color rojo y chatarra. El recipiente del reactor está expuesto y el agua estancada todavía permanece en el interior. Los módulos calientes, sellados con brazos mecánicos y con una ventana de observación de plomo diseñada para realizar ensayos con material radiactivo permanecen en contacto con los escombros. La chimenea, las torres de refrigeración y parte de un antiguo complejo de oficinas es todo lo que queda en pie.

Las ruinas de Osirak, conocido localmente como Tummuz, están fuertemente custodiadas y, junto con las ruinas de otros tres reactores, aún están a la espera de ser desmanteladas por un equipo de expertos iraquíes. Sin embargo, las autoridades dicen que derribar un reactor nuclear que ha sufrido una explosión, plantea problemas específicos que nadie se había planteado hasta ahora.

Musawi explica que además de las fugas de combustible, los equipos de desmantelamiento tienen que hacer frente a complicaciones debido a que la propia estructura no es segura. La radiación, dice, se concentra en sitios al azar, así que los niveles deben ser medidos antes y después de mover cualquier residuo. Hay quer marcar y contener cualquier punto caliente".

Desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Bagdad, el viceministro Fuad Al-Musawi dice que Osirak fue bombardeado antes de estar operativo por lo que la contaminación no fue generalizada. El mayor problema al que se enfrenta el equipo de clausura, apunta, es la falta de experiencia.

"Hemos enviado a nuestros científicos a que se formen en EEUU, Francia y Australia, países con experiencia en la clausura de instalaciones nucleares", destaca Musawi. "Pero el de Irak es un caso único. Nadie ha desmantelado una central nuclear bombardeada. Irak es el único lugar del mundo donde ha sucedido esto".

Y ha sucedido más de una vez.

Al igual que Israel, muchos países temían que el régimen de Sadam Hussein estuviese fabricando armas de destrucción masiva en secreto con el pretexto de la investigación científica.

Después de los primeros intentos fallidos de Irán de causar daños a gran escala en ese sitio, fueron completamente destruidos por la Fuerza aérea de EEUU en 1991, junto con otros objetivos a lo largo de todo el país que creían eran parte del supuesto programa de armas nucleares de Irak.

A pesar de los daños infligidos a las instalaciones nucleares de Irak, EEUU y sus aliados acusaron a Bagdad de continuar su programa de armas de destrucción masiva. La afirmación dio lugar a la invasión de Irak en 2003 liderada por Washington. Más tarde, los investigadores no encontraron ninguna evidencia de que Irak estaba desarrollando armas de destrucción masiva.

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