La yihad centra su atención en reclutar a los recién conversos al Islam

Jóvenes con problemas, algunos de ellos con pasado criminal, y recién convertidos al Islam: ese es el objetivo que tienen en mente los islamistas radicales a la hora de reclutar a nuevos militantes. Es lo que demuestra el grupo recién desarticulado, a principios de mes, en Terrasa: la llamadaa Fraternidad Islámica para la Predicación de la Yihad. El grupo, que fue desarticulado por los Mossos, estaba compuesto por un grupo de recién conversos al Islam. Entre ellos, Jacob Orellana, de 27 años.

El diario El País narra la conversión de este joven, que ya había probado con el cristianismo y el budismo, y su rápida radicalización. Formaba parte de los 11 miembros, cinco de ellos conversos, de la Fraternidad, que planeaba ataques en España. Y formaba parte del perfil que buscan los radicales a la hora de reclutar: jóvenes a los que no les ha ido demasiado bien en la vida, algunos con antecedentes criminales, en busca del sentido en sus vidas.

Y que pasan de ese sentido, del intentar diferenciar entre el bien y el mal, a la yihad más extrema. "Desde la irrupción del Estado islámico, la radicalización es un proceso mucho más rápido", explican fuentes de los Mossos al diario madrileño.

"La conversión al salafismo combatiente ahora se produce en meses". Una rapidez que lleva a pensar en que los islamistas tienen entre sus objetivos a estos jovenes, precisamente por la facilidad para manipularlos: son más inseguros e ignorantes de los preceptos de su nueva religión, y algunos son sujetos turbados y violentos.

"Si ven que eres converso, los salafistas piensan que no conoces bien el islam y que te pueden manipular con más facilidad", explica Leonardo Nunes al diario, un joven converso madrileño. "Para mí, [los defensores del Estado Islámico] funcionan como una secta. Tienen mucho carisma, muchos medios y consiguen anular tu sentido crítico. Te hacen creer que el suyo es el islam verdadero y que lo demás son desviaciones", explica al diario El País.

"A la salida de las mezquitas, buscan. Si ven que eres converso, piensan que no conoces bien el islam y que te pueden manipular. Empiezan a decirte que si el Corán dice esto o lo otro. Al principio piensas 'acabo de llegar a la fiesta y no voy a ser yo el dueño de la verdad', y te hacen dudar. Apelan a los sentimientos con imágenes de niños muertos y te llenan de odio. Instauran al enemigo en tu cabeza y una vez que lo odias, o estás con nosotros o con ellos".