Las bandas de los Maras y los Zetas fortalecen su alianza

  • La colaboración entre dos de las bandas más peligrosas de Centroamérica comienza a resultar familiar. Secuestros, atentados y coacciones son ahora más duros que nunca. Los gobiernos de los países intentan ponerse de acuerdo para combatir a las violentas bandas.
Ioan Grillo, Ciudad Ixtepec (México) | GlobalPost

Las dos bandas han formado una alianza concreta, trabajando juntos en secuestros y actos de intimidación y de terror. El secuestro masivo en este estado sureño mexicano de Oaxaca sigue un modus operandi que se ha convertido por desgracia en algo familiar.

En enero los miembros de un comando armado asaltaron un tren de mercancías en el que viajaban emigrantes centroamericanos hacia EEUU. Más de 50 personas fueron retenidas a punta de pistola y trasladadas a un lugar seguro hasta que sus familiares pagaran el dinero del rescate.

Pero mientras que los secuestros de emigrantes normalmente no dan lugar a detenciones, el aumento de la presión internacional llevó a la élite del Ejército de México a buscar a los secuestradores de Oaxaca.

La redada de 10 sospechosos reveló un hecho peligroso - los supuestos secuestradores incluían tanto a pandilleros de los Zetas de Méjico como del grupo criminal Mara Salvatrucha de Guatemala, El Salvador y Honduras.

Esto pone de manifiesto el fortalecimiento de una alianza entre el ejército de criminales de México encabezado por ex comandos de fuerzas especiales y una red de bandas callejeras que se extiende desde Los Ángeles a través de todo Centroamérica.

Durante años se han conocido informes sobre los negocios comunes entre los Zetas y los Maras en materia de drogas y el asesinato de enemigos mutuos.

Pero los trabajadores de derechos humanos y la policía en el sur de México y Guatemala dicen que han formado una alianza más concreta, en la que trabajan juntos en secuestros y en actos de intimidación y terror.

Alberto Donis, que trabaja en un refugio para inmigrantes en Ixtepec, dice que ha recibido recientemente amenazas procedentes de una célula de los Maras que trabaja junto con los Zetas en el secuestro.

Las amenazas se produjeron después de que el refugio, de gestión católica, hubiera denunciado los secuestros masivos de emigrantes en los medios de comunicación, generando la presión que condujo a la intervención de los marines.

“Sabemos que hemos interferido en algunos grandes intereses empresariales y que esto nos pone en peligro. Somos una piedra en su camino”, explica Donis, que es originario de Guatemala.

Donis comenta que los maras trabajan a menudo como observadores para las bandas de secuestradores, moviéndose por los trenes de mercancías y por los albergues de emigrantes para identificar qué viajeros parecen blancos fáciles y tienen familias que ya están en EEUU. Normalmente, los familiares de los emigrantes secuestrados se ven obligados a pagar desde 1.000 a 5.000 dólares por su liberación.

En otras ocasiones, dice Donis, los Maras trabajan en los secuestros como sicarios junto con los comandos de los Zeta.

"De alguna manera, los Maras se han convertido en una especie de empleados de los Zetas”, explica Donis. “Son personas que no han tenido oportunidades, lo que les ha llevado a esta vida de violencia, en la que se alimentan de sus propios compatriotas”.

Creada originariamente como una pandilla callejera en Los Ángeles, los Maras se han ido introduciendo en chanchullos como los narcóticos y la extorsión. Del mismo modo, los Zetas, que empezaron como agentes en el cartel del tráfico de drogas en el Golfo, se han diversificado en diversas empresas criminales.

Su alianza mortal también se está fortaleciendo en la frontera sur de México.

En diciembre, el ejército de Guatemala declaró la ley marcial en sus selvas del norte como reacción ante un crecimiento de los comandos de los Zetas y de los campos de entrenamiento.

Una de las razones que llevó a esta decisión es que los Zetas estaban supuestamente dando entrenamiento paramilitar a miembros de las pandillas de los Mara en la zona, aumentando la violencia en las calles ya de por sí sangrientas de Guatemala.

En respuesta a la ley marcial, supuestamente los Zetas obligaron a una emisora de radio de Guatemala a emitir un comunicado amenazador: “Vamos a iniciar la guerra en este país, en centros comerciales, en las escuelas y en las comisarías de policía”, decía el mensaje. Añadiendo: "Si este mensaje no se emite en una hora, arderá la emisora de radio… Si no leen este comunicado, las familias de las personas que trabajan en esta emisora serán ejecutadas”.

En un posible intento de fortalecer esa amenaza, los asesinos hicieron estallar en enero una bomba en un autobús en Guatemala, provocando la muerte de seis personas.

La policía guatemalteca denunció que miembros de la banda de los Mara 18 estaban detrás de la explosión, pero dijeron que podría haber sido por órdenes de los Zetas.

El explosivo fue detonado desde un teléfono móvil – es decir, que se trata de un dispositivo de accionamiento a distancia, de una complejidad similar a los utilizados en Irak y Afganistán.

En enero otra bomba fue detonada por un dispositivo similar en el estado mejicano de Hidalgo, matando a un policía e hiriendo a otros más.

Cerca de esa bomba se encontró una nota firmada con la letra “Z”, una abreviatura común para los Zetas.

“Éste es el comienzo, y una pequeña muestra de lo que significa para los que quieren la guerra", se decía en la nota.

La alianza infernal también podría estar llegando a las profundidades de América Central.

El periódico “El Diario de Hoy” de El Salvador informó que el 1 de enero, los jefes de la Mara 18 se reunieron con los Zetas en la ciudad salvadoreña de Llopango.

Según las informaciones, en la reunión, los Zetas ofrecieron a los pandilleros enviarles a sus veteranos más duros para proporcionarles entrenamiento paramilitar.

Para los trabajadores de derechos humanos como Donis, enfrentarse a estas bandas es extremadamente peligroso.

Pero Donis asegura que las amenazas no le harán dejar de luchar por los emigrantes pobres.

“Si nosotros no luchamos por estos emigrantes, entonces ¿quién lo hará? Las autoridades. Estamos haciendo el trabajo que las autoridades deberían estar haciendo”, dice Donis. "Sabemos que es arriesgado, pero el amor de Dios es fuerte. Confiamos en que Dios esté con nosotros".

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