Su uso crece un 50% de media en el país

Esprint en pleno aislamiento: la bici ya es un bien de 'primera necesidad' en EEUU

Esprint en la era del distanciamiento social. / S. Pozzi
Esprint en la era del distanciamiento social. / S. Pozzi

El taller de Eddie es un hervidero cuando llega la primavera. Es el momento del año en el que se desempolvan las bicicletas y muchas necesitan una puesta a punto. Lo que no pudo imaginar el patrón es que su pequeña tienda en la Avenida Ámsterdam se convertiría en un negocio esencial durante la pandemia. Abrió todos los días desde que empezó el confinamiento en la ciudad de Nueva York para reparar las bicis de los repartidores y venderles recambios.

"Era una cuestión de supervivencia", comenta Estela en la caja. Quedarse en casa no era una opción. La Gran Recesión ya les puso contra las cuerdas durante más de un año. La crisis del coronavirus, sin embargo, está siendo diferente. "Estuvo todo muerto desde final de marzo hasta mediados de abril", comenta, "la gente tenía mucho miedo". Hubo un cambio radical en las tres últimas semanas. Ahora la gente hace cola frente al local para que le atiendan.

Estela sale a la calle a atender a los clientes, porque el local es muy estrecho. Unos quieren comprar bicicletas para poder escapar de sus pequeños apartamentos y hacer ejercicio físico por Central Park o por el carril bici a orillas del río Hudson hasta el distrito financiero. Otros para evitar el transporte público, que estos días ofrece un servicio reducido. El metro dejó de funcionar de madrugada.

Si en el alto Manhattan hay interés, las tiendas en Brooklyn venden estos días hasta el triple de lo habitual y todo va tan rápido que algunos negocios se están quedando sin inventarios en los modelos de entre 600 y 1.000 dólares mientras se amontonan los pedidos. No es un fenómeno que se observa solo en Nueva York. Los desplazamientos en bicicleta crecieron un 50% de media por los Estados Unidos, donde las grandes metrópolis se construyeron al dictado de los coches.

Esprint en la era del distanciamiento social. / S. Pozzi
Esprint en la era del distanciamiento social. / S. Pozzi

Morgan Lommele es la encargada de seguir la evolución de las políticas de los gobiernos locales en la organización People For Bikes. Suele ir al trabajo en bici eléctrica. Explica que los alcaldes por todo el país cerraron calles para alentar el ejercicio durante el confinamiento. Oakland en California es el mejor ejemplo. La reducción drástica del tráfico, además, permite circular sin miedo por las calles y avenidas de una ciudad con tanto nervio como Nueva York.

A los dueños de las tiendas les cuesta reconocer el buen momento por el que atraviesa su modesto negocio. Es como si trataran de evitar admitir que la pandemia les favoreció mientras ven como los locales vecinos no abrirán hasta junio. E incluso cuando retome la actividad, tampoco es seguro que el público vuelva a visitar el pequeño comercio como antes. Por eso no dejan pasar la oportunidad.

Se da, además, la circunstancia de que talleres como el de Eddie´s Bicycles deben absorber este repentino repunte en la demanda mientras otras tiendas optaron por permanecer cerradas. Dos de cada diez prefirió seguir el confinamiento establecido por las autoridades locales. E incluso cuando abren, operan con un horario reducido y en algunos casos con menos personal o se limitan a ofrecer servicios de reparación.

Con los gimnasios cerrados y la ansiedad que genera desplazarse en el transporte público por el miedo al contagio, las bicis se convirtieron en un bien tan necesario como el papel higiénico, el desinfectante o la harina. "La gente no tiene otra opción que estar más cerca de casa porque no puede viajar y tiene más tiempo libre", explica Lommele, "la bici es una manera de superar esa barrera".

Hacía décadas que no se veía un mercado tan favorable, al menos en EEUU. Es una sorpresa para los pequeños vendedores, pero también les plantea un reto logístico. Los distribuidores y fabricantes como Specialized tampoco anticiparon esta reacción y les llevará tiempo atender los pedidos. John Burke, presidente de Trek, admite que en estas condiciones nadie puede llevar el negocio de la manera tradicional.

Esprint en el distanciamiento: la bici ya es un bien de primera necesidad en EEUU. / S. Pozzi
Esprint en el distanciamiento: la bici ya es un bien de primera necesidad en EEUU. / S. Pozzi

La situación para una multinacional como Trek es, en cualquier caso, mix,ta porque el 60% de su negocio depende del mercado internacional. El contexto en Europa fue mucho peor los últimos dos meses, con países como Francia, España e Italia cerrados por completo. Eso impactó en las ventas de abril y mayo. La situación empezará a normalizarse en junio.

Este repunte de la demanda, además, se topa con un problema derivado de la política proteccionista de Donald Trump. La mayor parte de las bicicletas y las piezas de recambio se fabrican en China. El sector logró que se les excluyera de los nuevos aranceles, pero como precaución los importadores limitaron las existencias. Estas exclusiones expiran en verano y si se aplican restarán al margen de beneficio.

Burke, en cualquier caso, es optimista de cara al futuro. Sabe que tienen un producto que a la vez contribuye a mejorar la salud y a luchar contra el cambio climático. El Covid-19, espera, reforzará aún más esa doble visión entre el público. "No podemos volver al status quo", añade Lisa Orman desde Neighborhood Empowerment Project. Defiende que se reclame la calle en las grandes ciudades. Eso pasa por invertir para expandir la infraestructura existente de carriles bici.

Lommele está convencida de que la pandemia abrirá los ojos a los dirigentes locales al incorporar la bici en la infraestructura de transporte. La crisis, añade, está siendo como un gran laboratorio. "Lo estamos viendo", insiste, "no es una idea que se lanza en un discurso o que se plasma en una artículo. El futuro debe incorporar nuevas formas de desplazarse por la ciudad. La bicicleta no es solo para el ocio".

Mostrar comentarios