Si no fuera por las mascarillas y las señales en el suelo para preservar la distancia social, la pandemia sería cosa del pasado en el parque de Walt Disney en Orlando. El complejo volvió a abrir al público en verano, cuando Florida empezó a rebajar las restricciones en plena escalada de contagios. Pero a día de hoy sigue operando con la capacidad limitada al 35% y Disneyland acaba de empezar a hacerlo en California tras 412 días cerrado. El conglomerado de entretenimiento sobrevivió a la pandemia y ahora se prepara para retomar la actividad normal.
"La gente viene con ganas de dejar los últimos 15 meses atrás", comenta Javier, un chileno que sirve en un restaurante italiano en Hollywood Studios. Apunta a la entrada. "Esas son caseras", continúa refiriéndose a las orejas de Mickey Mouse que llevan en la cabeza un grupo que espera mesa, "son un objeto de culto pero con el coronavirus cobraron un simbolismo particular de optimismo". "El mundo es de los valientes", dice, "ayudan también los cheques de estímulos".
Bridney viajó desde Los Ángeles hasta Orlando con toda su familia. Son diez personas en total haciendo cola en una de las atracciones en Magic Kingdom. Las orejas que llevan están hechas a mano. Representan los colores de los Lakers. Le costaron 30 dólares en Etsy, el mismo precio por el que se vende en el parque. Es la primera vez que lo visita aunque tiene pase anual para Disneyland. Le da más miedo el calor húmedo que el virus. "Estamos todos vacunados", señala, "salvo los dos pequeños".
El complejo de Walt Disney en Orlando es como una gran ciudad, un microcosmos de lo que puede ser la nueva realidad tras la pandemia. Técnicamente, el gobernador de Florida nunca le impuso el cierre. La compañía lo hizo por iniciativa propia y eso le dio libertad para reabrir 117 días después estableciendo sus propias reglas para minimizar el riesgo de propagación del virus y proteger a sus empleados.
Hannah trabajó en el parque en el marco del programa para estudiantes justo antes de que cerrara de manera abrupta en marzo del año pasado por la pandemia. No puede contener la emoción al andar por Main Street con el castillo de Cenicienta al fondo, esta vez para disfrutar la experiencia como algo personal. “Tenía que hacerlo”, comenta mientras posa para la foto frente a la estatua a Walt Disney.
Pocas cosas son tan reconocibles en el mundo como la silueta de las orejas de Mickey y Minnie creadas por Roy Williams. Es un recuerdo clásico de la visita al Mundo Mágico de Disney desde hace seis décadas, cuando se abrió el primer parque temático. Y sigue transcendiendo generaciones. La pandemia transformó este emblema corporativo en un accesorio que sirve para expresarse en Instagram.
Ashley Eckstein hizo una pequeña colección para celebrar la reapertura de Disneyland, que replica los colores de la bandera de los Estados Unidos. La compañía Disney también tuvo que elevar la producción para atender la demanda y en las tiendas del parque se puede encontrar más de una docena de diseños diferentes, desde las negras simples hasta nuevas incorporaciones como las de Grogu de la serie The Mandalorian. También ofrece series limitadas a 100 dólares.
Y por supuesto, mascarillas. "Llevar la boca tapada no esconde la felicidad de los fans", comenta otro empleado que da información al visitante en Animal Kingdom, "mira la expresión de los ojos y las cejas". El vuelo virtual por Pandora es más que una inmersión 3D en el mundo de los Na'vi. Es un viaje a la realidad previa a la pandemia pese a que el virus siga conquistando otras partes del planeta Tierra. "Todo parece lo mismo", advierte Abel, "pero no todo es igual".
Es irónico visitar Francia o Japón en el parque Epcot con las fronteras cerradas a turistas. Reflejo de ese complejo equilibrio entre ficción y realidad, nada de tocar a Minnie y otros personajes. Se dejan ver pasando en carrozas. El distanciamiento social complica gestionar las colas de acceso a atracciones como Space Mountain. Parecen más largas al estar menos comprimidas. Pero no avanzan más rápido porque la capacidad está limitada, también en las tiendas y restaurantes.
Esta distorsión en el funcionamiento normal de la casa de Mickey se refleja en los resultados. Los ingresos durante los últimos seis meses en la división de parques temáticos rondaron los 6.760 millones de dólares, la mitad que en el mismo periodo del ejercicio 2020. La facturación total del conglomerado fue de 31.860 millones, casi un 20% menos. El beneficio en el semestre fue de 1.130 millones, un 60% menos.
Antes de la pandemia, los parques representaban un tercio de la cifra de negocio global. Bob Chapek, su consejero delegado, explica que las atracciones operan a una capacidad que permite a la vez preservar la experiencia del visitante, su salud y cubrir los costes para hacerlo de una manera rentable. "Lo que hemos visto durante los últimos nueve meses en Disney World es que lo que no falta es la demanda", insistió, "hay mucho entusiasmo". Los cruceros siguen suspendidos.
Al inicio de la pandemia ya tuvo que incorporar cargas de 1.000 millones para absorber las pérdidas operativas de los parques temáticos, que rondaron los 525 millones en el semestre. Entonces se estimó que Disney World y Disneyland perdían cerca de 40 millones cada día que estaban cerrados. Son dos de los seis que el mayor conglomerado en la industria del entretenimiento tiene en todo el mundo. El de Florida es, además, el mayor complejo privado por número de empleados y es vital para un estado muy dependiente del turismo.
Walt Disney recuperó las ganancias en el primer trimestre fiscal, tras los dos precedentes en negativo. Los títulos del conglomerado, entre tanto, rebotaron a máximos. Pero muestran ahora una ligera tendencia a la baja desde hace tres meses, porque los inversores tratan de entender como la reapertura de la economía y las ganas por retomar los viajes van a afectar a las inversiones que hizo en los servicios streaming.
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